A pesar de que coincidí con él en su paso por Televisión Española cuando era reportero de guerra, nunca tuve el placer de conocerle. Desde que escribiera su primer libro y con los que siguió escribiendo, Arturo Pérez Reverte, no solamente se revelado como un gran escritor que trasciende con mucho nuestras fronteras, sino que, sus comentarios sobre las verdades de nuestra historia- en mi modesto saber la verdadera-, muestra su gran conocimiento y su valentía, por mucho que les pese a los que todavía se empeñan en mantenernos en su falsedad.

“De Isabel y Fernando, el espíritu impera/ Moriremos besando la sagrada bandera”

¿Quiénes de los jóvenes de mi generación, y de otras más recientes, no han tenido que repetir hasta el aburrimiento este estribillo en el colegio durante el franquismo?

Tienes toda la razón mi admirado Arturo, Isabel era un bicho, Fernando un taimado que nunca cumplió la palabra dada; entre los dos inventaron la forma de represión y tortura más cruel de la historia y se sirvieron de ella para expulsar a los judíos, y apropiarse de su dinero para engordar las arcas reales:

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…El incumplimiento de las promesas hechas a moros y judíos, pronto dejaron patente la falsedad de sus palabras. Uno puede imaginar sin verlos, a miles de judíos abandonando la ciudad con las pocas pertenecías que se podían llevar consigo, camino de un destino incierto y muchas veces hostil, conminados a abandonar el reino en el corto periodo de tiempo que se les concedió: “para enajenar sus muebles bienes y raíces sin que nadie pudiese hacerles daño y que, igualmente, podían sacar bienes y haciendas por mar y por tierra, pero, no oro ni plata ni moneda amonedada”.

Andrés Bernáldez, cura de Los Palacios, cronista oficial de Isabel Y Fernando, describe de esta forma el éxodo y las penurias que padecieron los judíos en su viaje a los puertos de su destierro:

“Salieron de las tierras de sus nacimientos, chicos y grandes, viejos y niños, a pie y caballeros en asnos y otras bestias, y en carretas, y continuaron sus viajes cada uno a los puertos a los que habían de ir, e iban por los caminos y campos por donde iban con muchos trabajos y fortunas , unos cayendo, otros levantando, otros muriendo, otros naciendo, otros enfermando, que no había cristiano que no hubiese dolor de ellos y siempre por donde iban los convidaban al bautismo, y algunos con la cuita se convertían y quedaban, pero muy pocos, y los rabíes los iban esforzando, y hacían cantar a las mujeres y mancebos, y tañer panderos…para alegrar a la gente”.

Cuánta razón tienes Arturo Pérez Reverte, pero mejor sigue tú deleitándonos sobre nuestra historia verdadera que, aunque lo hagas con humor y desenfado, no por eso es menos verdadera.

Un admirador

Paco Costas