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Zapineando en la prensa nacional, encuentro un vídeo estremecedor en el diario Público.

En él se ve con todo dramatismo, como un joven británico de algo más de treinta años, se lanza a la carretera con una moto de gran potencia mientras graba el recorrido con una cámara acoplada al casco.

Se escuchan perfectamente las aceleraciones, los cambios de marchas y como adelanta a una serie de vehículos que encuentra en su camino.

Por lo que dejan ver las imágenes, la moto va aumentando su velocidad hasta que, de forma fugaz, se escucha el encontronazo con un turismo que viniendo de frente, de improviso, hace un giro para cambiar de dirección sin ver a la moto que se acerca. La cámara continúa grabando mientras se supone que el motorista yace en el suelo ya cadáver.

Me cuento entre los aficionados a los vehículos de motor que piensan que, de entre todas las emociones que estos nos proporcionan, las de conducir una moto potente está entre los más excitantes.

Sentir la moto entre los muslos, percibir las inercias al frenar, al tumbarnos en una curva, acelerar, percibir como el viento silba a través de las rendijas que deja el casco, hacen que a veces nos olvidemos de la prudencia y de las leyes inalterables de la física.

Si el conductor de un automóvil olvida que en el momento que ve algo que le obliga a reducir la marcha o cambiar de dirección incluye un tiempo de reacción en el que el vehículo sigue su avance a la velocidad que circula en ese momento sin control hasta que empieza a realizar la maniobra, sobre cuatro ruedas, en último término y con un poco de suerte, cuenta con una carrocería que le protege.

Pero para el motorista, ese factor desconocido que surge en cualquier momento: una mancha de aceite, una placa de hielo, un bache profundo, arena, o un animal que cruza sorpresivamente, le dejan indefenso y sin capacidad de reacción.

Disfrutar del inmenso placer de conducir una moto, sí; pero ser conscientes en todo momento de los peligros que encierra, es una medida de seguridad que puede salvar tu vida.

Recomiendo ver el vídeo que, además, tiene la carga emocional de escuchar a su propia madre contar el accidente.

http://youtu.be/xq2xStb0R-c?list=PLFpoEtn7p2i8P_IE7SEst0xsBdtzdiyki

Paco Costas