Ferrari dice oficialmente no al diésel

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Primero fue el desarrollo de un SUV y luego una berlina deportiva de cuatro puertas. El fabricante italiano desmintió categóricamente dichos rumores, surgidos a partir de unas recreaciones publicadas en Internet y una declaraciones un tanto ambiguas sobre el desarrollo de nuevos productos por parte de los directivos de la empresa. Ahora son motores diésel, cuyo supuesto desarrollo nace de una necesidad de reducir las emisiones de CO2 de la gama Ferrari.

A pesar de la duradera relación del Grupo Fiat con los propulsores diésel, el consejero delegado de Ferrari, Amedeo Felisa ha declarado que “diésel no es una dirección que queramos tomar, no está en nuestro plan estratégico a cinco años y es probable que no lo esté en el siguiente”. Ferrari deja claro que no quiere oir hablar de propulsores diésel, a pesar de que piensa reducir las emisiones de su gama en 40% para el cercano año 2012.

La inyección directa de combustible, la turboalimentación y posibles híbridos serán la dirección a seguir, especialmente la inyección directa, ya estrenada en el fantástico California, cuyo motor 4.3 V8 entrega 460 CV con un consumo combinado de 13.1 l/100 km, muy lejos de los más de 18 l/100 km de los Ferrari F430, con apenas 30 CV más de potencia. Las nuevas cajas de cambio de doble embrague también ayudarán a reducir las emisiones de los glotones Ferrari.

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La negación al diésel es lógica, para obtener un producto competitivo deberían requerir al menos 400 CV de potencia y me temo que eso no se consigue con menos de un enorme diésel V8, de gran peso y complicado funcionamiento. Sus prestaciones serían inferiores a las de un equivalente en gasolina y permitidme decir que además sería un sacrilegio. ¿Que sería de Ferrari sin sus motores de gasolina, capaces de girar a un elevado régimen de giro?

El diésel importa a fabricantes como Mercedes o Porsche, pero a Ferrari, cuyo volúmen de ventas difícilmente superará las 10.000 unidades anuales no atañen especialmente las restricciones futuras de emisiones impuestas por la Unión Europea. Aún así, su actual nivel medio de emisiones es de unos mareantes 400 g/km, para mejorar su imagen el fabricante se pone rebajar dicha cifra hasta los 250 g/km para dentro de cuatro años.