Chrysler demanda a Daimler por retener componentes clave para el nuevo Grand Cherokee

Tres años llevan separadas, y los nervios siguen igual de sensibles que el primer día. Chrysler, a pesar de hallarse ahora en manos italianas, todavía sigue utilizando un buen puñado de componentes de origen Mercedes en la construcción de sus vehículos. Los Chrysler 300, Dodge Charger y Dodge Challenger son buen ejemplo de ello (la plataforma LX utiliza todo un popurrí de piezas alemanas), y la futura generación de los Jeep Grand Cherokee y Dodge Durango continuarán esta tormentosa relación al emplear elementos técnicos compartidos con el Mercedes Clase M.

El gran problema para Chrysler es que Daimler no parece estar por la labor de proporcionarle estos componentes, lo que pondría a la estrella de cinco puntas entre la espada y la pared. En agosto, Chrysler ya puso una demanda contra Daimler alegando que los alemanes estaban saboteando la producción de varios modelos al retener columnas de dirección y convertidores de par previamente acordados, y ahora, Chrysler ha vuelto a pasarse por los juzgados al considerar que el lanzamiento del Grand Cherokee 2011 se encuentra en peligro por las maniobras de Daimler. Su nueva demanda afirma que el grupo dirigido por Dieter Zetsche se niega a proporcionar dentro de plazo elementos vitales para el desarrollo del SUV, tales como ejes traseros. Igualmente, se exige la terminación del contrato con Daimler, fabricante en exclusiva de las piezas en cuestión.

Gallery: Jeep Grand Cherokee 2011

Como siempre, hay dos versiones de esta historia. Un portavoz de Daimler ha declarado a Detroit News que todo esto podía haberse solucionado tranquilamente y sin necesidad de abogados, mientras que Chrysler afirma que necesitan las piezas dentro de 20 días; un plazo demasiado corto para andarse con juegos, más aún considerando que el grupo estadounidense no puede permitirse el lujo de retrasar sus lanzamientos. Teóricamente, el mes que viene tendrían que ser montados los primeros prototipos.

Toda esta lamentable situación está relacionada a su vez con los problemas entre Daimler y Chrysler en relación a ciertos motores diésel que nunca llegaron a fabricarse. Daimler quiere 80 millones de dólares en forma de compensación por no haber montado el número de motores que Chrysler estimó que vendería en Europa, algo a lo que los estadounidenses se niegan en redondo. Según Chrysler, «cualquier clase de disputa fue resuelta durante la bancarrota», así que ellos no están obligados a pagar un centavo. Por el bien de todos (y especialmente por el de Chrysler), esperemos que puedan resolver sus problemas lo antes posible.