Con la ecología a cuestas

Últimamente desde hace un tiempo no paro de ver noticias relacionadas entre el mundo del motor y la ecología. Sobretodo en los últimos años, con el tema del calentamiento global y las consecuencias desastrosas que ello trae a nuestro planeta, es inevitable que se busquen otras fuentes de energía para transportarnos. Transporte que cada día, en este mundo tan globalizado, también se hace muy necesario.

De ese modo, las compañías automovilísticas han ido avanzando en este tiempo desde motores que consumen mucho menos que los de hace años, y contaminan menos, hasta motores híbridos y motores casi completamente eléctricos. La noticia, no sería algo más que noticia si con ello no se llevara implícito varios temas más en los que debemos de fijarnos: el alto precio de los “vehículos verdes” y la funcionalidad de los mismos.

Está claro que aún este tipo de tecnología es cara, en comparación con los tradicionales motores de explosión. Pero, puesto que en muchas ciudades se corta el paso al tráfico en determinados puntos para evitar la contaminación, contaminación de la que todos los Gobiernos hablan pero de la que poco se involucran: ¿Por qué no dan más inversión para hacer más accesible este tipo de transporte y así fomentar aquello que tanto pregonan? Y ya no nos pongamos a hablar si ahora mismo uno se comprara un coche eléctrico. ¿Dónde lo recargas? ¿Cuál es el coste de ese servicio? ¿Será entonces a la larga más caro?. Pues todas esas preguntas aún siguen sin contestación o sin grandes respuestas. La respuesta a mi se me antoja sencilla dado que todo el mundo se lucra y gana dinero a espuertas con este tipo de negocio. Los jeques petroleros, las grandes compañías petrolíferas y los Gobiernos de turno que no hacen más que recaudar impuestos y llenar las arcas con este sistema. Y ahora bien, ¿por qué no reinvierten lo que sacan de los impuestos de carburante en el beneficio de la economía verde?. Una vez más, es sencillo, la economía verde en ese sentido no da ningún beneficio monetario para los Gobiernos, mientras que la otra aun lo sigue dando, aún a conocimiento del mundo que estamos preparando para las próximas generaciones. Y esto no tiene mucha vuelta de hoja.

Mientras entonces muchos se siguen lucrando con todo lo que acontece con el mundo del petrodólar yo me sigo preguntando si la hipocresía aumenta en el mismo nivel que las ganas de recaudar de los Gobiernos, y si somos los ciudadanos los que tenemos que dar la voz de alerta ante los gastos de los mismos. Por última vez, es sencillo: sí.

Jorge Maeso