Crítica: A su servicio

Hace mucho tiempo que me ronda un escalofrío por el cuerpo. Es algo muy extraño. Es un poder que viene desde dentro de mi cuerpo y se apodera de él sin que yo pueda hacer nada. Es terrible, y fíjense, que no soy al único que le pasa.

Yo lo empecé a notar hace un tiempo. En concreto, hace casi tres años: desde que tengo el carné de conducir. Esto que tenemos en común muchos conductores, esta sensación extraña. Este temblor es aquel derivado al ver a la Guardia Civil, más en concreto a su sección de tráfico.

Más de uno se sorprenderá de lo que estoy hablando y aún no dará crédito, pero es sencillo. Me explico. ¿A quién no le ha pasado que vaya conduciendo su vehículo, con toda la normalidad del mundo, respetando las normas, y vea a un Guardia Civil y no le de un cierto temblor de “por favor que no me pare a mi”?. Si en su ser asiente, padece algo que yo llamo la Gripe GC, que como entenderán las siglas son fáciles de adivinar. Ahora que esta de moda ponerle letras a las gripes que no van a ningún lado, me sumo al carro.

Esto es curiosísimo, porque ¿cómo un cuerpo de seguridad del Estado nos impone tanto y nos da tanto estupor como respeto? ¿ Cómo de unas personas, que presuntamente deberían de estar al servicio y ayuda del ciudadano nos causan este escalofrío más propio del invierno que otra cosa?. Bueno y ya no hablemos si nos los encontramos en una carretera comarcal de noche y con una linterna a lo lejos, agitándola despavorido en la calma aparente nocturna, ya la sensación se puede agravar llegando la mente a un posible estado de quietud o paralización inédito. Luego continúa uno, para sí mismo, con las preguntas que se hace de “claro, no me tenía que haber metido por aquí” o “hay que ver que verá este y que no me haga desarmar y sacar todo del coche, que encima me toca colocarlo y luego mi mujer me echará la bronca por desordenado”. Y es que seríamos capaces de hacer mas kilómetros o desviarnos con tal de evitar, si ya lo conocemos, un posible control de la GC. Es como un instinto preventivo, que aunque uno no haga ni lleve nada malo, lo evita a toda costa.

Y es que la Guardia Civil, estos señores que cumplen con un buen cometido, del que a veces no tengo claro cual es, pero les veo trabajar al menos, tienen unos criterios de parar a gente, que el ministerio de igualdad temblaría si diera dato de lo que acontece. Pues uno tiene la triste condena de que si es joven, o viste de una forma mas bien informal, o lleva un coche deportivo o similar (con que el color sea chillón o tenga algún distintivo ya sirve), o va con mucha gente en el vehículo, o todas ellas (pobre del que le pase), está esclavizado con la gripe GC, dado que le pararán siempre, indistintamente si alegan control de alcoholemia o “seguridad nacional”. Que ya lo de la seguridad nacional, bueno, eso merecería un capitulo aparte a lo Bonanza con sus indios y todo.

Lo que quiero decir, es que debemos de conocer nuestros derechos y saber que realmente los cuerpos de seguridad del Estado, a parte de cumplir mejor o peor con su deber, están para servir y ayudar al ciudadano y no debemos ni mucho menos, acobardarnos o sentir miedo en presencia de alguno de ellos. Ahora bien, tampoco debemos dejar invadirnos con cualquier excusa que nos quieran plantear, porque principalmente tenemos el derecho a la individualidad y a la propiedad privada, entre otros, que muchas veces se les olvida.

Por eso, en estas fechas que vienen de frío, cuidado con la gripe común y eso, mas sentido común para todos, que eso de momento, también es gratis.

Jorge Maeso
-En la raíz de la noticia-