Más de un tercio de los accidentes se deben a la falta de sueño

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Más de un tercio de los accidentes de tráfico se deben a la falta de sueño, un problema epidémico que además de importantes repercusiones económicas tiene una negativa implicación en la salud y en la calidad de vida del 45 por ciento de la población española.

Así lo ha asegurado el presidente de la Sociedad Española del Sueño, Francisco Javier Puertas, en una conferencia de prensa convocada con motivo del Día Mundial del Sueño, que se celebra el 20 de marzo bajo el lema «Conduce despierto, llega a salvo».

Los expertos alertan de que los españoles duermen menos horas que el resto de sus vecinos europeos, porque tienen tendencia a acostarse más tarde, a lo que se añaden jornadas laborales tardías y el hábito de salir hasta altas horas de la madrugada consumiendo alcohol y otras sustancias, especialmente presente en los jóvenes.
Más de un tercio de los accidentes se deben a la falta de sueño

Renata Egatz, del departamento de Neurofisiología Clínica del Instituto de Investigaciones del Sueño, ha confesado que este problema se está incrementando como consecuencia de la crisis económica, los problemas laborales y la ansiedad derivada de las noticias que continuamente alertan sobre este asunto.

Esta patología, caracterizada por pausas respiratorias repetidas de más de diez segundos durante la noche, presenta una asociación causal con siniestros de tráfico en un 5 por ciento de los casos. El doctor Joaquín Terán, neumólogo de la Unidad del Sueño del Complejo Hospitalario de Burgos, ha manifestado que la apnea del sueño incrementa el riesgo de accidentes entre tres y siete veces, es decir, un 300 por ciento.

Ha apuntado que se calcula que el tratamiento de los pacientes con este trastorno evita más de quinientos accidentes por año

En su opinión, ahora que el carné por puntos ha reducido los siniestros debidos al exceso de velocidad, es momento de marcarse objetivos como una buena educación sanitaria sobre la importancia de dormir bien, durante las siete u ocho horas diarias que requieren los humanos, para un correcto desarrollo de la vigilia.