París 2010: Peugeot 508

Los experimentos se hacen con gaseosa, y a ser posible, en casa de otro. Peugeot tuvo esta revelación durante el desarrollo del 508, y viéndolo en persona durante el Salón de París, está claro que su primera intención es ofrecer uno de esos coches al gusto de todos. Para ello se ha dulcificado el estilo felino hasta dejar el león convertido en un gatito de Angora emasculado.

Su planta, de elegante conformismo, deriva del concept SR1, y debe su relativa pesadez a la necesidad de sustituir con un solo coche a los 407 y 607. Mide 4,79 metros (4,81 el familiar), aunque puede aparentar algún centímetro más por la verticalidad del frontal, y pese a sus notables dimensiones, puede presumir de ser el primer coche invisible del mundo; he necesitado un segundo vistazo para encontrar unidades libres que fotografiar por dentro a pesar de estar rodeado de ellas, lo que puede decir tanto de mi vista de águila como de su anónimo diseño. Sencillamente, es un coche que se camufla entre la multitud igual que haría un tigre en un trigal.

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Con esto dicho, lo que tiene de anónimo también aparenta tenerlo de bien hecho. Las alineaciones de los paneles y el tacto de todos los elementos a la vista va de bueno a excelente, con plásticos de notable calidad (blandos en la parte superior de las puertas y el salpicadero, duros pero agradables debajo), y unos tiradores metálicos interiores muy convincentes, de tacto preciso y pesado. Mención especial para el gigantesco techo solar, que con su plus de luminosidad hará un poco más confortables los largos desplazamientos. Es una pena que por el momento no vayan a ser particularmente rápidos (la gama toca techo en el 2.2 HDI 202 CV), pero con los límites de velocidad actuales… ¿será un problema real o psicosomático?

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