La tierra de los V8 se pasa a los cuatro cilindros

Siempre hemos pensado sobre Estados Unidos como el país del V8, donde todos los automóviles equipan motores gastones, de alta cilindrada y muy baja potencia específica. En algunos aspectos sigue siendo cierto – no hay más que ver los taxis de Nueva York – pero la realidad es que sólo dos de cada diez consumidores adquieren un vehículo con motor de ocho cilindros en uve. Esta es la principal conclusión de un estudio efectuado por Ward’s Auto.

Antes de llegar a las conclusiones hay que comentar que este estudio no incluye a vehículos clasificados como “trucks”, por lo que todas las pick-up estadounidenses quedan fuera del estudio, y debemos recordar que sólo las Ford F-150 suponen un 5% de cuota de mercado y han sido el vehículo más vendido del país durante los últimos 34 años. Por tanto hablamos de vehículos de turismo, que del total fabricado en 2010, 64.5% equipaban motores de cuatro cilindros frente a un 61.9% en 2009.

La penetración de los V8 es cada vez inferior, pues sólo el 20.8% de los turismos fabricados en 2010 equipaba un motor de ocho pucheros, frente a un 22.8% en 2009. El resto de configuraciones de motor supone aproximadamente un 15% de la producción de 2010, fundamentalmente motores de cinco y seis cilindros. Las razones para el abandono progresivo de los ocho cilindros son claras, pero conviene repasarlas de vez en cuando.

En primer lugar, el coste creciente del combustible y las previsiones de alza en el oro líquido. En segundo lugar, son más baratos de adquirir que los V6 o V8. En tercer lugar, son motores más potentes y capaces que antes gracias a la turboalimentación o la inyección directa de combustible, generando en ocasiones más potencia que un seis cilindros con menores consumos. Como ejemplo tenemos al Hyundai Sonata Turbo, que monta un 2.0 GDi con nada menos que 274 CV de potencia.

Hay más razones, pero estas son las fundamentales. Lo que es innegable es que aunque el V8 reina en las pick-up (cada vez menos), se está apagando a pasos agigantados en turismos, y es una tendencia que no tiene reversión posible.