La OMS mete a los humos diésel dentro de las sustancias cancerígenas

El humo generado por la combustión de gasóleo en motores de ciclo diésel causa cancer de pulmón y posiblemente también de vejiga, concluye la Organización Mundial de la Salud en un reciente estudio. Y no te puede sorprender, porque la discusión sobre los humos de los «calamares de carretera» viene de lejos. A pesar de que estos puedan igualar o mejorar en las medidas de CO2 (gases de efecto invernadero) a los gasolina, las emisiones de partículas cancerígenas es una de sus grandes pegas, y además hasta la fecha han estado poco controladas por los mecanismos reguladores de las emisiones de escape.

Como ingeniero te aseguraré lo que te dirá cualquier otro: considerar ecológico o no a un motor diésel depende del baremo con el cual lo midas. Es obvio que emitir menos CO2 por kilómetro recorrido es algo positivo para evitar el calentamiento del planeta, pero hacerlo a cambio de emitir partículas y óxido de nitrógeno en cantidades desproporcionadas no es una solución.

De hecho, para esto se han inventado medidas como los filtros activos de partículas, pero estos son incapaces de detener las partículas más pequeñas que se generan en estas combustiones. Y lo que es peor, la mayor parte de la gente que compra vehículos diésel realmente no los requiere diésel. La justificación económica y de consumo para optar para una de estas máquinas debería situarse en recorrer más de 25.000 kilómetros anuales como poco, consiguiendo así equilibrar la balanza.

Que la OMS haya dado el paso de modificar la peligrosidad de las emisiones de los motores diésel puede ser un primer paso hacia una modificación de las exigencias de varios países respecto a las emisiones de los escapes. La Unión Europea podría plantearse unos requerimientos revisados en cuanto a emisión de partículas para estos propulsores, pero puedes dar por hecho que los fabricantes se van a oponer e intentarán retrasarlo lo máximo posible.

La «gran solución», a mi parecer, sigue siendo la de la lógica aplastante: si cada ciudadano comprara realmente el coche que necesita, y no el que «le venden o encasquetan», podríamos reducir el uso del diésel de manera importante. Porque muchos compradores podrían vivir perfectamente en algunos casos con un gasolina, en otros con un híbrido, en otros con motores de GLP (que no genera óxido de nitrógeno ni partículas, sólo CO2), o incluso con vehículos eléctricos. Ahora mismo tenemos más que variedad que nunca para elegir. Y es que el porcentaje real de personas que realizan kilómetros en cantidad para justificar un diésel es relativamente reducido.