Hoy finalizan las reuniones que Opel está manteniendo con sus sindicatos para reducir las horas de trabajo en las plantas de Kaiserslautern (motorizaciones) y Ruesselsheim (donde se fabrican los Astra e Ingisgnia), a fin de ajustar el ritmo de producción a la demanda del mercado.
Estos recortes son necesarios para que Opel reduzca sus costes, el gran objetivo impuesto desde General Motors a tenor de las constantes pérdidas económicas que su filial europea le supone. Este recorte de horas, que podría dejar la jornada laboral semanal en 31 horas, evitaría despidos, y mantendría la plantilla a la espera de que el mercado y las ventas se recuperen, ayudados por el lanzamiento de nuevos productos más atractivos para el consumidor final.