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Un único paso queda para que FCA cobre vida de manera oficial. La fusión de Fiat con Chrysler y la gestación de una nueva compañía legalmente declarada en Holanda, con sede en Londres y operando en la Bolsa de Nueva York recibió la aprobación de más de dos tercios de los accionistas de Fiat el pasado viernes, con lo que se consumó la operación por la que Sergio Marchionne y su equipo tanto habían trabajado.

Muchos de los analistas de bolsa habían aconsejado a muchos de sus clientes votar en contra de la fusión, intentando recabar apoyos para defender los intereses económicos de los accionistas más cortoplacistas. Y es que a partir de ahora, todos aquellos accionistas que llevasen más de dos años como socios de FCA podrán adquirir un derecho doble de voto, algo que, además, no se podrá vender o transferir.

Esta medida ha sido tejida específicamente para que, de esta manera, la familia Agnelli, a través del grupo inversor Exor, mantenga el control del 30% de FCA, manteniendola bajo su tutela. El 8% de los accionistas de la compañía (la gran mayoría de ellos no pertenecientes al grupo de los que llevaban más de dos años como accionistas de Fiat), votaron en contra de la fusión y la reorganización.

Bajo una cláusula del acuerdo, este 8% de los accionistas puede pedir ahora salir de la firma a razón de 7,727€ por acción. Si todos los accionistas ejercieran este derecho, la operación costaría más de 500 millones de euros a Fiat, lo que pondría en serios apuros la operación de fusión.

Marchionne aseguró «confío en que gran parte de estas personas no ejerzan este derecho y el nacimiento de FCA prospere». Todos los indicativos parecen señalar a esta opción como la más probable. Y es que cada accionista recibirá un título de FCA por cada título de Fiat que tenían hasta ahora, lo que, a la postre, puede significar poseer algo bastante más valioso que los siete euros largos que se dan ahora mismo por acción.

FCA será el séptimo mayor fabricante del planeta, con fuerte presencia en América Latina, Norteamérica y con buenos cimientos en Europa para iniciar una recuperación progresiva. El plan industrial Marchionne ya lo dejó claro, y ahora dependerá de dicho plan ver si FCA se convierte en su obra maestra o no.

La maniobra de duplicar el derecho de votos de los accionistas ha sido, en cualquier caso, el gran punto de discusión, y no los planes industriales. La familia Agnelli quería proteger sus intereses, pero también proteger el plan industrial y la visión de Fiat a medio y largo plazo.

Y es que al salir a bolsa en la NYSE, FCA se va a convertir en una presa que, de no ser porque Exor controla el 30% de los derechos de voto, podía caer en manos de cualquiera con liquidez suficiente.

En esa línea trascendieron hace dos semanas todos esos rumores de Volkswagen como posible interesada de pegar un mordisco a FCA cuando esta saliera a bolsa en la NYSE. Tal y como ya vimos en la lucha Porsche versus Volkswagen y viceversa, un buen juego bursátil con liquidez suficiente, podía poner a FCA a la merced de Volkswagen, algo que ya había hecho la firma alemana con Suzuki años atrás (y que ahora está ante los tribunales). Pero por esa misma razón, los Agnelli, que no son tontos ni nuevos en esto, han blindado su proyecto contra inversores externos, confiados en que su plan saldrá adelante. Entre tanto, Volkswagen ha pasado de estar «con las manos llenas de dinero» a encontrarse con una situación inesperadamente peliaguda en el frente industrial, debido a los elevados costes de implantación y la prolongación en el tiempo más allá de lo planificado y deseado con la plataforma modular MQB.

[Fuente: Autoblog.com]