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Cuando las noticias de la mañana han dado a conocer el terrible accidente en el que han perecido más de cuarenta personas, la mayoría de avanzada edad, he sentido un escalofrío imaginando la escena y, aunque no se conozcan todavía las causas, al parecer se trata de dos pesados vehículos que ha chocado frontalmente.

No sé cuántas veces desde los medios que he tenido a mi alcance y desde ésta propia web, he insistido en la extrema gravedad de las colisiones frontales entre vehículos incluso a bajas velocidades.

Sobre las causas que los provocan se ha escrito atribuyéndolas a diversos factores: el sueño, una avería fortuita, el reventón de un neumático, defectos de la vía, la embriaguez, las drogas….

Todas estas causas entran dentro de los posible, pero para mí, cada día con la mayor convicción, la causa más importante y seguramente la que en un mayor seguimiento quedaría demostrada, es la falta de concentración en el crítico momento del cruce de dos vehículos, en una vía de diez o doce metros de anchura a velocidades próximas o superiores a los 100 kilómetros por hora.

Por lo que se sabe en estos momentos, ambos vehículos circulaban por una de las miles de estrechas carreteras comarcales que hay en la Francia rural, en las que el más pequeño error de uno de los conductores produce el accidente en milésimas de segundo.

En España, se están produciendo de forma repetida esta tipo de accidentes en los que, la mayoría de las veces, el teléfono móvil ha sido el principal factor determinante.

Si ya me parece un milagro cotidiano el que nos crucemos son otros vehículos a la velocidad que circulamos, en una carretera estrecha como la que al parecer ha sido el escenario del accidente en Francia, la distracción inevitable que produce una llamada o una contestación, aunque sea sin manos, basta para que surja la tragedia.

Paco Costas