AUTOMÓVILES, VÍAS Y CONDUCTORES:

De lo primero, los automóviles, destacaría de forma muy especial, los neumáticos. Sin este espectacular avance no se hubiese producido, su capacidad de tracción y adherencia (Un automóvil no avanza, frena o acelera sin estas capacidades y toda la seguridad de marcha depende de la calidad de sus neumáticos) han alcanzado límites espectaculares.

Añadido a este avance, de forma inconcebible hasta hace no muchos años, el automóvil ha seguido las huellas de la técnica electrónica de la aviación más sofisticada. Los frenos ABS, punto de partida para los controles de tracción y estabilidad en curva, ya existían (“antiskid” que controlan el deslizamiento y regulan la presión de los frenos para evitar su bloqueo) desde mitad del siglo pasado en la aviación comercial y militar.

A este avance hay que sumar otro elemento no menos importante, los discos de freno y materiales de fricción.

 

SEGURIDAD PASIVA

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De la protección de los ocupantes de un vehículo (“seguridad pasiva”) los fabricantes han logrado unos niveles y calidades estructurales del habitáculo que, dentro de límites razonables, en una colisión o vuelco ofrecen, junto con los sistemas de retención, un alto porcentaje de seguridad.

 

LAS VÍAS

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En este importante apartado, en España, muy especialmente, nuestras carreteras, hasta finales de la década de los setenta del siglo pasado, presentaban un aspecto deplorable y tercermundista.

En la actualidad, con el desdoblamiento de las vías convencionales, la construcción de autopistas y la inclusión de las rotondas, puede decirse que la red, en general, es comparable a muchas de los países más avanzados de Europa y, en algunos casos, incluso mejores. Lástima que la señalización y su conservación aún dejen mucho que desear.

 

LOS CONDUCTORES Y EL FACTOR HUMANO

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En el tráfico, de nada sirven los avances técnicos descritos, si la pieza fundamental, el conductor, no asume su parte de responsabilidad, ya que, en un altísimo porcentaje, el causante directo de la siniestralidad se debe a sus errores, su falta de respeto a la norma y, en ocasiones, las menos, a su falta de pericia e ignorancia en el manejo del vehículo.

También en este aspecto, nos guste o no, se ha operado en los últimos diez años un cambio muy notable. El endurecimiento de las sanciones, el carné por puntos y la creación de un órgano judicial especializado (por primera vez en España, las penas de prisión por atentados a la seguridad del tráfico, también han empezado a surtir sus efectos) nos han impuesto la disciplina que estábamos necesitando.

Sin duda aún quedan muchas cosas por mejorar: la influencia cada vez mayor de las drogas, la ingesta de alcohol y las distracciones debidas principalmente al uso de los teléfonos móviles, es algo que ni la más sofisticada técnica, ni los avances de las vías o los automóviles, pueden controlar, y aquí aparece el principal protagonista: “el Hombre, principio y fin de todas las cosas”.

 

Paco Costas

Galapagar, febrero, 2016