Casi el quince por ciento de la población es alérgica, pero lo peor no es eso. Solo un 25 por ciento se trata adecuadamente. Y muchos de ellos conducen. Sigue leyendo. No sólo te mostramos a tu enemigo “a cara descubierta”, sino que te contamos cómo combatirlo y cómo mitigar sus efectos en la conducción. Todos los años por estas fechas no paras de estornudar, tus ojos no saben vivir sin kleenex y lo peor de todo es que no puedes respirar. ¿No pertenecerás al 25 por ciento de la población que no sabe que tiene alergia y que por tanto ni se trata? Pues no sólo tu salud corre peligro, sino también tu vida. ¿Te parece exagerado?

A ver, contesta a esta pregunta: ¿conduces? Si la respuesta es afirmativa, debes saber que un único estornudo en un conductor que circula a 90 km/h supone perder el control del coche durante 25 metros. Y, normalmente, en un alérgico no se produce un solo estornudo, sino una cascada de ellos, así que multiplica y hallarás una cantidad más que preocupante.

Pero ¿qué es lo que nos hace estornudar y lagrimear de esa manera? Los médicos aseguran que la alergia se produce por una respuesta “inadecuada“ de nuestro organismo a sustancias inofensivas que normalmente suelen ser ácaros, pólenes, hongos o insectos, pero que en primavera, se debe a tres tipos de plantas: las gramíneas, los árboles y las malezas.

Una de las partes de nuestro cuerpo más sensibles al polen es la nariz. El bloqueo nasal, el picor o el cosquilleo en esta zona puede producir estornudos en cascada de hasta cinco minutos de duración. Aunque tal vez, lo más peligroso es cómo afecta la alergia a los ojos. Piensa que más del 90 por ciento de la información que recibimos de la carretera es a través de la vista. El síntoma más común es un picor de ojos continuado, que en la conducción, se traduce a desatención y falta de visibilidad.

El asma no es lo más habitual entre los alérgicos, pero sí lo más preocupante tanto desde un punto de vista clínico como desde la conducción: la falta de aire paraliza casi completamente al conductor.

No existe una varita mágica que haga desaparecer estos síntomas de un plumazo, pero sí debes tener en cuenta una serie de medidas que pueden ayudarte mucho si tienes que coger el coche. De hecho, piensa que precisamente tu vehículo se puede convertir en tu mejor aliado y para ello debes cuidarlo como a la «niña de tus ojos», sobre todo, en primavera.

Lo primero de todo: tienes que limpiar y ventilar bien el interior de tu coche. Utiliza un trapo húmedo para que las partículas que provocan alergia como el polen no se adhieran a él. Hay que prestar especial atención a las zonas donde se puede acumular una mayor cantidad de estas moléculas como el salpicadero, la consola centra o los marcos de las ventanillas. También es aconsejable utilizar el aspirador con cierta frecuencia, sobre todo, en alfombrillas y tapicería. Las ventanillas, por otra parte debes llevarlas cerradas. Así evitarás un exposición mayor a determinadas partículas que flotan en el ambiente.