• Cada color, desde su creación hasta que se aplica en el vehículo, realiza un viaje de tres años
  • 84 robots pintan los coches y un escáner confirma que la aplicación de la pintura sea uniforme
  • La personalización es una de las tendencias del futuro, ejemplo de ello es el SEAT Arona con 68 combinaciones posibles

Tres años de investigación y sensibilidad para captar las tendencias del mercado: “El color es algo que nace de dentro”, comenta Jordi Font del departamento de Color&Trim de SEAT. Un viaje que nace con un estudio de mercado y finaliza con la aplicación de la pintura sobre el vehículo. Un proceso en el que la personalización se consolida como una clara tendencia de futuro. A continuación, repasamos los más de 1.000 días que se destinan a la creación de una nueva gama cromática:

– 1.000 litros de pintura para una sinfonía de colores: Un equipo especializado se dedica a analizar las tendencias de mercado y a proponer la paleta de colores de los modelos que se lanzarán. “Además de seguir las modas, la definición de un nuevo tono es también algo muy intuitivo. Se tiene que sentir el pálpito de la calle y plasmarlo”, asegura Font.  En total, se destinan 1.000 litros de pintura para crear una nueva tonalidad.

– Ciencia tras un Pantone: En el laboratorio se realizan las mezclas que convierten el trabajo de creación de un nuevo color en un ejercicio puramente químico. En el caso de la gama cromática del SEAT Arona: “Con la mezcla de 50 pigmentos diferentes y partículas metálicas se han acabado creando casi 100 variaciones de un mismo color para ver qué matiz encaja mejor”, comenta Carol Gómez del departamento de Color&Trim. “Los colores son cada vez más sofisticados y la personalización se impone como una clara tendencia”, comenta Font. Un ejemplo de ello es el nuevo SEAT Arona que ofrece la posibilidad de que el cliente escoja entre más de 68 combinaciones.

– De las formulaciones matemáticas a la realidad: Una vez definido, el color se tiene que probar sobre chapa para ver su aplicación y el efecto visual que produce. “Se comprueban los matices y la profundidad del tono en piezas expuestas a la luz solar y a la sombra para asegurar que el color aplicado se corresponde con el que se había diseñado”, añade Jesús Guzmán del departamento de Color&Trim.

– Un quirófano donde “operan” 84 robots: Ya en el taller, los coches se pintan a una temperatura de entre 21 y 25 grados. Se utilizan dos kilos y medio de esmalte, en un proceso automatizado, para el que se destinan 84 robots y seis horas por vehículo. Las cabinas de pintura tienen un sistema de ventilación similar al de los quirófanos para evitar que entre polvo del exterior e impedir, así, que se posen impurezas sobre el coche recién pintado. Siete capas en total, finas como un cabello pero resistentes como una roca, que se secan en un horno a 140 grados.

– Un TAC que lo ve todo: Una vez pintado, 43 segundos bastan para comprobar que no haya ninguna anomalía en la aplicación. Con un escáner de última generación se revisa la uniformidad y que no haya impurezas.  Tras tres años de trabajo, el color escogido está listo para rodar por la calle.