Desde la invención del automóvil a finales de 1898, los grandes fabricantes han utilizado las competiciones deportivas como escaparate para dar a conocer la calidad de sus productos, sus prestaciones y su fiabilidad. No recuerdo que ninguna de estas marcas haya sufrido el desprestigio que Honda está perdiendo en el mundo en menos de dos años.

Tampoco recuerdo que un piloto hubiese mantenido y aumentado su popularidad de la forma que lo está consiguiendo Fernando Alonso, a pesar de unos resultados desastrosos. Puede decirse que, en este caso, el piloto está muy por encima de coche.

Me resulta muy difícil creer que Mclaren no haya sido capaz de construir un chasis ganador con su potencial y su gran experiencia.

No sé qué puede estar pasando en la sede de Honda en Japón, pero de todos es conocido el sentido trágico de la vida del pueblo japonés cuando fracasan en algo; espero que el problema no llegué a que algún responsable se haga el Harakiri, pero si es muy posible que rueden cabezas después de la fortuna invertida en el proyecto y la enorme pérdida de imagen de la marca.