Estimado Fernando:

Cuando te escribo esta carta es jueves y todavía se desconoce el resultado del GP de España en Montmeló del próximo domingo. Ayer miércoles, en un acto sobre la seguridad vial que tu apadrinas, te hice una pregunta sobre el deporte de la Fórmula 1 en la que, actualmente, tu eres el campeón del mundo.

No sé si recuerdas mi pregunta, pero, en todo caso, no se trataba de ninguna de esas preguntas que tanto te molestan sobre como duermes, con quién duermes, o sobre cualquier otro aspecto de tu vida privada, solamente te pregunté si tenías algún dato que te permitiese afirmar que, el Mclaren que conducirás el año próximo, será mejor que el Renault con el que has conseguido el título mundial y con el que estás batiendo en todos los terrenos al monoplaza inglés este año.

Me contestaste de forma abrupta y con gesto desabrido, cuando lo único que yo pretendía era averiguar si las noticias que habían aparecido en la prensa el día anterior eran cierta, y, por supuesto, en ningún caso pretendí ofenderte ni molestarle.
Paco Costas con Fernando Alonso, en 2002

Querido Fernando, habrá muchas personas que te admiren y celebren tus triunfos, pero me parece imposible que, ni siquiera tu propia familia, celebre más que yo tus éxitos y lo que has conseguido hasta ahora. Es tanta la satisfacción que siento con cada una de tus victorias que, cuando me doy cuenta del rumbo que empiezan a tomar tus actitudes fuera de la pista, me preocupa y me entristece. Paso por alto tu falta de cortesía y el hecho de que no seas un poco más respetuoso con alguien que, en definitiva, esta cumpliendo con su obligación como periodista que es la de preguntar y la tuya la de contestar.

Cuando a ti todavía ni siquiera se te vislumbraba en el horizonte, yo ya había entrevistado a muchos que fueron antes que tu grandes campeones: Fangio, Lauda, Stewart, Senna, Prost, Mansell… y otros muchos que, sin ser campeones, han sido grandes ejemplos de caballerosidad dentro y fuera del coche. Durante 25 años, nunca que yo recuerde he percibido un mal gesto ni he recibido una mala contestación de ninguno de ellos.

He vuelto a leer en la prensa de hoy jueves en la declaras que “en España te tratamos peor que en el extranjero”. No puedes hacerte una idea del desprecio y las humillaciones que muchos de los periodistas y de los pocos pilotos españoles que han participado en el mundial, hemos tenido que soportar por parte de la prensa extranjera durante muchos años.
Fernando Alonso, en el acto en cuestión

En algunas de tus manifestaciones se percibe un fondo de amargura y un reproche contra los que, según tu, no te han ayudado. ¿Sabes acaso cuantos jóvenes pilotos españoles han visto su carrera frustrada después de gastar lo que no tenían en Inglaterra, sin haber logrado tampoco la menor ayuda? ¿Sabes que Nigel Mansell tuvo que vender su casa para continuar en las fórmulas inferiores de su país cuando, después de un largo periodo en la cama de un hospital, los médicos ya le habían considerado inútil para conducir un automóvil?

Estoy empezando a temer que, en España, donde todos te estamos mimando -quizás demasiado-, ya te hemos construido un pedestal demasiado grande para la que se merece tu altura humana.

Los mitos de la historia de este deporte que tanta fama y dinero te está dando, siempre fueron geniales conduciendo y también conduciéndose como auténticos caballeros en su trato con los demás.

Ten cuidado, puedes ganar muchos títulos y yo te lo deseo de todo corazón. No puedes imaginarte cómo, a solas delante de mi televisor, saco pecho cada vez que un joven piloto español alcanza lo que, hasta hace poco, parecía el sueño de cualquier aficionado visionario. Pero ten presente que un piloto puede perder por la boca lo que logra con sus pies y sus manos en los circuitos.

Tu más ferviente admirador,

Paco Costas.