Cuando de niño comencé a montar en bici, las personas que se empeñaban en enseñarme no conseguían que yo mirase a lo lejos. Había una farola en mi calle que ejercía sobre mi una extraña fascinación y siempre iba a estrellarme contra ella.

En el desarrollo de los cursos de conducción avanzada, cuando sometemos a los alumnos a las situaciones de subviraje, sobreviraje o trazado de curvas, el principal defecto que percibimos es que, la mayoría se empeñan en mantener su vista demasiado próxima durante toda la maniobra.

Ayrton Senna, preguntado sobre como había logrado otra de sus grandes poles, en el circuito de Interlagos, en Sao Paulo, nos dio una explicación que nos dejó a todos perplejos: “Cuando empiezo a abordar una curva, ya tengo en la retina el tramo que viene a continuación, es igual que si ya lo estuviese viendo”.

Muchos accidentes tiene su causa en que el conductor se empeña en analizar lo que tiene más cerca cuando, el secreto de una conducción defensiva y más segura, consiste en que al trazar una curva o prever una situación determinada, nuestra vista, nada más iniciar el giro y elegir la trayectoria, ya esté buscando el punto de salida.

Cuántas veces ese empeño en analizar lo que tenemos más cerca, nos impide ver obstáculos que pueden terminar en una salida de la vía o en una colisión.

La mirado de un conductor debe actuar en todo momento como el más perfecto zoom, en constante movimiento. Por eso, cuando observo que hay muchos conductores que apartan sus ojos de la vía para charlar con un acompañante o por cualquier otra causa, siempre me temo que, más tarde o más temprano, quizás tengan que lamentarlo.