Miles de estudios y de pruebas realizadas por los fabricantes de automóviles y las propias estadísticas, han demostrado que los cinturones de seguridad han salvado la vida de millares de conductores en todo el mundo.

Cuando con la nueva ley del carné por puntos, un agente de la autoridad sanciona con la resta de tres puntos a un conductor por no llevarlo, se entiende que no lo hace por el mero hecho de la falta y que, lo que pretende, ante todo, es advertirle del riesgo que supone prescindir de él conduciendo.

Éste debería ser el fin didáctico principal de toda sanción. En el caso concreto del cinturón de seguridad, no solamente no se cumple, sino que, el agente que sanciona, es el primero que no se lo pone nunca.

¿Quiere esto decir que, los únicos que no corren un riesgo cierto en una colisión, son los conductores y pasajeros de vehículos oficiales o de servicios de emergencia, de taxis, y otras excepciones que establece el Reglamento de la circulación?

¿Es que acaso esos vehículos no están expuestos a colisiones de todo tipo, vuelcos, salidas de la vía o errores de otros conductores?

¿Con qué talante puede un conductor particular aceptar la sanción, por ese motivo, de un agente de la Guardia Civil de Tráfico que, por regla general, no lo lleva puesto, ni en el vehículo camuflado, ni en ningún otro del los que emplea la Institución?

¿Es que el cráneo, el tórax, la pelvis, los ojos, los brazos, de los conductores que no están obligados a usarlo, son distintos o más resistentes que el del resto de los mortales?

Cuando durante algún tiempo tuve la oportunidad de prestar servicio voluntario como conductor de la ambulancia de la Cruz Roja de la ciudad en la que vivo, el primer día, en la primera emergencia a la que acudía, me acompañaban dos jóvenes voluntarias que, ni siquiera hicieron intención de colocarse el cinturón.

Antes de arrancar les obligué a que se lo pusieran, como condición para atender la urgencia, y además, les recordé que, para conducir una ambulancia, hay que circular a velocidad superior a la normal y que, ni el mejor conductor del mundo, está libre de volcar, chocar o salirse la vía. Además les hablé un poco de ciertas fotografías que tengo en mi poder sobre el estado en el que quedaron los rostros de algunas jóvenes después de un accidente, por no llevar el cinturón. A partir de ese día ya sabían mis compañeros que para ir conmigo había que ponerse el cinturón de seguridad.

En ocasiones he hablado con agentes de la Guardia Civil (sobre todo aquellos que circulan en vehículos de todo terreno) y les he explicado cómo, en una colisión, los golpes contra el interior del propio vehículo pueden ser mortales, y como esa clase de graves lesiones no distingue ni uniformes ni excepciones del Reglamento de la Circulación.

La respuesta es a todas luces injustificable. Según ellos es que, la rápida intervención requiere de la mayor movilidad posible. Mi respuesta, de forma invariable, es siempre la misma, se tarda menos en soltar el cinturón que en desenfundar la pistola.

En cualquier caso, como conductor me sentiría estafado si, un día, por olvido, o por cualquier otra causa, un agente de la autoridad le sanciona y me quitan tres puntos por no llevar el cinturón.

Si el cinturón de seguridad es, junto con el cabecero y los airbag, una medida de seguridad contrastada y eficaz durante el desarrollo de un accidente, lo es para, los políticos, los agentes de la autoridad, los taxistas, los conductores de autobús, los NIÑOS, las doncellas, los militares con y sin graduación, y hasta el mismísimo Papa, que, por cierto, no lo llevaba puesto.

¿De qué estamos hablando? ¿De prevenir y enseñar, o de que sigan pagando siempre los mismos?

Tengo ganas de saber si el presidente del Gobierno, los miembros de la casa Real, o alguno de esos políticos que circulan con escolta, sin cinturón y muy por encima de la velocidad autorizada, es sancionado y se te retira algún punto. Esa si que sería una noticia ejemplar Sr. Navarro.