Recibo, veo, leo, escucho hasta la saciedad, jornadas, reuniones seminarios, en los que expertos, catedráticos, entendidos en la materia y, por supuesto, la dirección general de la DGT y algunos de sus funcionarios, abordan ya, casi a diario, como será el carné por puntos que entrará en vigor el próximo mes de julio. Y hoy es la fecha en la que, lo único que sabemos es como se establecerán las sanciones en función de las infracciones, la cuantía económica de las multas, y algo, no todo, sobre el reciclaje de aquellos que pueden perder el permiso de conducir.

También sabemos que, un conductor, si es finalmente condenado de acuerdo con la reforma del Código Penal -algo que tampoco tenemos claro-, podrá redimir su castigo sustituyendo las condenas de cárcel por trabajos sociales -en este apartado, y en la retirada del carné, parece que se olvida la tradicional picaresca común a tantos hispanos-.

Yo, como periodista y también como conductor, deseo saber con que medios de vigilancia -lo de la compra de más y más radares, ya lo conocemos todos- se va a contar para poner en marcha y hacer efectivo el sistema que, en otros países, ya está dando un buen resultado.

Sr. Navarro espero y deseo que usted, como director general de la DGT, aproveche cualquiera de las comparecencias ante los medios -que le van a llover en estos días-, y nos diga, además de los radares, con qué material móvil moderno y equipado con las últimas tecnologías, van a contar los agentes de la Agrupación de Tráfico y de cuantos se dispone en la actualidad, o en un futuro muy inmediato, para la vigilancia de las carreteras españolas -todas-, y de qué medios humanos y técnicos dispone esa dirección general para dotar de agilidad el magma administrativo que se les viene encima con la nueva ley.

Hace meses que escuchamos hasta el cansancio, cómo se van a castigar y con cuantos puntos las infracciones al Reglamento de la Circulación. Todos deseamos que la medida sirva para reducir el número de víctimas del tráfico, pero lo que se plantea como una solución ahora, puede convertirse en una queja permanente y en un sentimiento de injusticia al constatar como, las mayores tropelías, las que se comenten a diario fuera del alcance de los radares, va a seguir permaneciendo impunes por falta de medios y de presencia policial. Si eso continúa siendo así, mucho me temo que lo que ahora se supone bueno, acabe cayendo en la confusión y el descontento de la mayoría de los conductores españoles.

Sr. Navarro, en los próximos días, usted tiene la palabra.