Tanto si me siento ante el volante del vehículo de turismo que conduzco habitualmente, como si lo hago en mi autoravana, tengo la sensación de que algo va ocurrirme para que, al igual que aquel que recibe una paliza propinada por varios agresores, voy a recibir golpes por todas partes sin que me sirva de nada protejerme con los brazos o como Dios me de a entender.

Por una parte, el claro fracaso de las medidas aparecidas hasta fecha sin que se hayan producido los efectos esperados, está dando lugar al incremento de una desaforada persecución de los conductores, como si éstos fuesen los únicos causantes de que España siga estando a la cola de Europa en la prevención y disminución de la mortalidad en nuestras vías.

Si fuese poco el bodrio mal alumbrado del carné por puntos, ahora se han negado ( el PSOE ) a algo tan racional y lógico como la creación de un superministerio que asuma las responsabilidades desde todos los frentes. Pero no conformes con eso, también son los mismos los que ahora nos amenazan con meter en prisión una buena parte de la población de conductores a poco que nos decuidemos.

¿De verdad creen los impulsores de esta reforma del Código Penal que la medida va a dar resultado ? ¿ Se ha planteado el Ministerio de Justicia y el del Interior lo que van a ser el número de demandas y recursos ante tamaño atropello?.

Estoy plenamente de acuerdo y hace años que defiendo una modificación a fondo que contemple los delitos de tráfico, pero, naturalmente, las condenas y las responsabilidades deberían recaer con todo el peso de la ley sobre aquellos conductores que, con su actitud criminal demostrada pero sin menoscabo de su derecho a defenderse, cometieren daño grave a terceros. Pero de ahí a pretender meter en prisión a un conductor por rebasar límites de cualquier orden sin causar accidentes con víctimas, va un abismo. Una fuerte sanción económica, la suspensión del permiso de conducir o la prestación de servicios a la sociedad durante un tiempo, debe exigirse al legislador como se hace otros países del mundo occidental.

En todo caso, y puestos a exigir responsabilidades, ¿en que forma pueden atribuírsele a los que, teniendo conocimiento a través de la propia Guardia Civil de que existe un punto en el que es el propio firme el causante de múltiples accidentes, la señalización defectuosa o inexistente, o el radio de una curva proyectada el siglo XIX?. ¿Acaso alguno de estos responsables también va aser penado con cárcel por su negligencia?.

Leo un informe en la Revista Seguridad Vial y Tráfico. en el que se nos dice que existen en España 152.490 kilómetros de carreteras convencionales y 13.156 de autovías y autopistas, y que, en las primeras, es donde se producen el mayor número de accidentes mortales. En este informe, además de afirmar que disfrutamos de una de las mayores redes de vías de varios carriles en ambos sentidos y que éstas figuran entre las más seguras de Europa- que no es cierto-, también se nos cuenata que las convencionales representan un número ocho veces mayor que el la mayoría de los países de nuestro entorno.

Esto último, que ya denota el estado tercermundista de España en cuanto a carreteras, es doblemente vergonzoso, porque en países Como Suecia, Suiza y hasta en la propia Inglaterra. la mayoría de sus vías son convencionales, y quizás no le vendría mal a nuestra ministra de Fomento darse una vuelta por Europa para aprender un poco en materia de señalización estado y conservación del firme de sus redes de carreteras convencionales.

Sr Ministro, Sr Pere Navarro, los conductores culpables en un alto porcentaje si, pero los poderes públicos también, ya basta de criminalizar a un sólo sector del problema para así ocultar el fracaso y, cuando se fracasa hace falta admitirlo y si es preciso se renuncia. Desde la DGT se aduce con frecuencia la falta de medios y esos medios tendría que llegar de quién precisamente se ha opuesto a medidas que el propio director general de la DGT viene reclamando desde hace tiempo. Ante esa situación, lo honesto es poner la dimisión sobre la mesa.

Paco Costas