Leo con perplejidad y sentimiento el accidente sufrido por el que fuera jugador destacado del Barcelona y de la selección española de fútbol, Guillermo Amor, cuando regresaba del partido entre el Valencia y su antiguo club, de cuyo desarrollo, a través de televisión, fue comentarista.

Hoy, lunes, veo por primera vez la foto que ha publicado El Mundo del estado en el que quedó su vehículo, al aparecer un Land Rover.

Me llama mucho la atención la rotura total del parabrisas en su centro y a la derecha del conductor cuando, sabido es que, la totalidad de los parabrisas actuales son de estructura inastillable y se requiere un fortísimo golpe para traspasarlos.

¿Llevaba Guillermo Amor puesto el cinturón de seguridad cuando, según todas las informaciones, se quedó dormido al volante? ¿Se disparó el air bag, y si lo llevaba funcionó?

No parece, a primera vista, que ambas cosas le retuviesen en el momento de la colisión, ya que, las lesiones más graves que se produjo fueron en el abdomen, y para que estas se produjesen, su cuerpo tiene que haber colisionado con el volante al salir proyectado hacia delante por efecto de la propia deceleración.

Daría cualquier cosa por su pronta mejoría pero, al mismo tiempo, me gustaría saber, al igual que la DGT lo reseña en otros accidentes, si mis dudas son razonables y si, en este caso, una vez más, los malos ejemplos que a veces nos dan las personas más populares ayudan a disminuir los accidentes de tráfico.

Cualquier conductor puede dormirse, distraerse, cometer un error de conducción, ser abordado por otro vehículo, pero a partir de ese momento, cuando quedamos a merced de los imprevisto, los sistemas de retención son hoy día nuestra única alternativa para seguir vivos.

Paco Costas