Los estudios realizados por el LAB (Laboratorio de accidentología, de biomecánica y de estudios del comportamiento humano) revelan que, aproximadamente el 80% de los accidentes de tráfico, se deben a errores en la conducción.

* Mala percepción del peligro – 50%
* Valoración incorrecta – 15%
* Interpretación imprecisa – 8%
* Decisión mal tomada – 10%
* Actuación inadecuada ante el peligro – 17%

NO SE APRENDE A CONDUCIR EN 20 HORAS

Sobre la pista de una escuela de conducción avanzada, experimentando con conductores normales, se observa cómo, ante situaciones de emergencia, ante una colisión imprevisible y casi siempre evitable, los comportamientos varían de un conductor a otro.

Sus reacciones difieren también de un conductor a otro pero, en general, muy pocos saben sacar provecho de los elementos de seguridad activa y del potencial del vehículo que conducen.

Sobre todo a la hora de frenar. Al menos dos tercios de los alumnos comienzan frenando dos o tres veces antes de llegar al obstáculo, sin decisión, tímidamente, y cuando se les pregunta por qué, la mayoría jurarían que han pisado el pedal con toda su alma.
Aprendiendo a conducir mejor

Hasta que se convencen de que las posibilidades que les brinda el sistema antibloqueo ABS, cuesta mucho trabajo convencerles de que tienen que pisar el pedal con toda la fuerza disponible -y al mismo tiempo el del embrague- sin soltarlo hasta detener el vehículo o durante toda la maniobra de esquiva del obstáculo.

En la práctica, se comprueba también, cómo un gran numero de estos conductores ni siquiera intentará realizar una maniobra para evitar el accidente. El agarrotamiento, el pánico, bloquea su mente, y la vista, en lugar de buscar la salida al problema actuando con rapidez, termina como cuando aprendiendo a montar en bicicleta, en lugar de mirar al frente nos quedamos hipnotizados con los ojos clavados sobre el manillar o el árbol con que inevitablemente acabaremos chocando.

Y, sin embargo, las estadísticas demuestran que una reacción eficaz ante el factor inesperado es positiva en el 85% de los casos.
Aprendiendo a conducir mejor

También es verdad que, después de un curso de pocas horas en las que el alumno experimenta nuevas sensaciones y descubre todo un abanico de posibilidades de defensa en la conducción, comprobamos que cada conductor sigue reaccionando víctima de vicios que a veces no son fáciles de erradicar.

Las autoescuelas han mejorado sensiblemente la enseñanza de los conductores, pero desgraciadamente sus capacidades se ven limitadas por las normas que dicta Tráfico y por los costes, cada día mayores, que repercuten en los aspirantes y en el funcionamiento de estas empresas.

Las carreteras han cambiado, los vehículos cada día ofrecen más seguridad y perdonan más errores, pero de nada sirve si el conductor, por desconocimiento, no sabe explotar todo el potencial que hoy día ofrece la técnica.

Obtener el carné nos resulta caro, las escuelas de conducción avanzada son un plus económico añadido para aquellos que desean ampliar sus conocimientos; la seguridad es cara, pero siempre lo será mucho menos que el resultado de cualquier accidente por leve que éste sea.

A la mayoría de los aspirantes al permiso para conducir, lo único que parece interesarles es estar en posesión del documento lo antes posible y con el coste menor posible, pero observando a algunos de estos conductores noveles cuando se incorporan al tráfico, uno se pregunta cómo no hay más accidentes. Debe ser cosa del Cielo.