Cuando escribo este comentario, es tarde-noche del Domingo de Resurrección y los medios ya nos informan de que la cifra de muertos y heridos graves supera el número -desde hace ya demasiados años trágico- de muertos y heridos graves en nuestras carreteras comparado con el año anterior. Y una vez más, no por acostumbrado a oirlo, como ser humano, me produce un doloroso entremecimiento.

Algo falla y no todo es culpa de la DGT ni de nadie en concreto. La culpa es de todos, pero comenzando por los políticos que hemos elegido, no importa el color, mientras ellos no den un puñetazo sobre la mesa y digan basta en lugar de pasarse la vida cruzandose insultos de una bancada a la otra, las cosas mucho me temo que seguirán igual.

Las comisiones de seguridad vial, los buenos propósitos, la aprobación del Ministerio del Interior de más presupuestos para tupir nuestra red de carreteras de radares, las víctimas de esta locura seguirán cayendo mientras, la DGT, los medios de comunicación y nosotros mismos nos limitemos a aventurar la quiniela fatal de cada Semana Santa, de cada periodo de vacaciones o de cada fin de semana.

Mientras los padres de la patria no muevan sus privilegiadas nalgas y, al únisono, tomen el toro por los cuernos, los radares seguirán sin detectar a los extrajeros que conducen con un carné obtenido en su país de origen por unos pocos dólares; mientras muchos vehículos sigan circulando sin seguro y muchos de sus conductores sin carné; mientras para obtener el carné los exámenes y el aprobado no estén basados en el sentido común y al alcance de los más modestos bolsillos; mientras la seguridad vial no sea una asignatura obligatoria en todos los colegios impartida por expertos; mientras el Ministerio de Fomento no actúe de forma preferente sobre la seguridad de nuestras vías y su señalización; mientras en la DGT no se convenzan de que es la presencia de la Guardia Civil de Tráfico en número suficiente sea la que debe de modo preferente vigile nuestras carrteras; mientras todos los medios de comunicación dependientes de nuestros bolsillos no dediquen grandes espacios a instruir a un pueblo aún bisoño en materia de conducción y seguridad vial; mientras la creación de una fiscalía que persiga los delitos de tráfico encuentre la inexplicable doctrina de jueces que no consideren delito circular a 260 Km/h; mientras los más ricos sigan conduciendo sin carné después de perderlo en varias ocasiones y se vayan de rositas pagando una multa; mientras un grupo de extranjeros de pasee por España a 300 Km/h con un fajo de euros en la mano… ni la DGT, ni la excesiva cuantía de las multas para los ciudadanos de a pie, ni la amenaza oculta de perder el carné que obliga a conducir de forma errática y peligrosa a la mayoria de los conductores, los padres de la patria pueden seguir acomodando sus ilustres nalgas sobre la poltrona y dedicandose al bochornoso juego de insultarse unos a otros por unos cuantos votos que les permitan seguir gozando de sus privilegios.

Entretanto, resulta, si no fuese trágica, grotesca, el día de la Resurrección cuando ya han muerto tantos seres humanos que no podrán compartir con Cristo el milagro de su vuelta a la vida.