No se puede negar lo obvio:.en todos los años de mi dedicación a la seguridad vial en los que tenido relación con la DGT, tengo que admitir que la política seguida por el Ministerio del Interior nombrando a otro político al frente de la gestión del tráfico en España, está dando buenos resultados; y no sería sorprendente que al final de la presente legislatura, si seguimos tal como estamos, el Sr. Pere Navarro pueda recibir como premio a su labor una cartera ministerial (es evidente que una dirección general sería poco).

El actual director de la DGT que, sin duda, cuenta a su favor con una sensible reducción de las cifras de víctimas del tráfico, entre otros méritos, siempre podrá añadir a su hoja de servicios el haber logrado acojonar a más de veinte millones de conductores españoles, entre los que también me cuento.

Hay individuos que nacen con buena estrella, y aunque la subida desproporcionada de los carburantes esté causando un auténtico trauma y una reducción importante y creciente de la circulación rodada, a él, al Sr Navarro, la subida le ha venido de perlas para mayor abundamiento del éxito de su política, ya que, a la persecución represiva y recaudatoria a la que estamos sometidos cada día con mayor saña, si los coches dejan de circular debido a lo prohibitivo del carburante, los accidentes sufrirán una notable reducción y la DGT sólo podrá perseguir a aquellos conductores pudientes a los que el precio de la gasolina, la velocidad excesiva y la cuantía de las multas les tienen sin cuidado.

Es público que el consumo de combustibles ha descendido de forma considerable, y si no fuera porque su encarecimiento afecta a la economía nacional de forma grave, yo, como ciudadano, me alegro de que, quienes mantienen deliberadamente los precios aunque baje el del petróleo, se vean obligados a reducir en unos cuantos miles de millones de euros sus cuentas de resultados. ¡Pobrecillos!

¿Cuántos conductores españoles (me vuelvo a incluir), se lo piensan dos veces antes de sacar el coche del garaje? Si este aspecto del problema se enfoca desde un punto de vista relacionado con un mayor empleo del transporte público, una mejor calidad medioambiental, y una mayor humanización de la movilidad peatonal, vale; pero es que, además del problema del combustible, lo que realmente asusta es comprobar como, a la persecución que en forma de multas generan la mayoría de los radares, colocados casi siempre donde menos se necesitan, ahora hay que añadir la voracidad de los ayuntamientos que, a falta de la disposición de otros ingresos para financiarse (parece que el miedo a la cárcel a limitado la venta de terrenos y sobornos de algunos ediles) han desatado un auténtico saqueo en forma de sanciones de tráfico e impuestos de todo tipo.

¿De qué se trata? ¿Vamos a pagar los de siempre las torpezas y la improvisación de nuestros administradores, mientras ellos no se privan de utilizar los aviones, o los automóviles oficiales que circulan muy por encima de los límites? ¿O, quizás van a reducirse voluntariamente, los 3.000 euros mensuales que perciben casi un millar de senadores y diputados, más otros 1.800 para “gastillos”, tarjetas de peaje gratuitas, vuelos, billetes de ferrocarril…..?

Sr. Navarro: ha conseguido usted la cuadratura del circulo. No se gaste ya más dinero en campañas ni en costosos radares. Deje que las peras caigan solas, su éxito está asegurado. Yo he comenzado a mirar a mi coche como a esas mujeres hermosas que, si logras conquistarlas, sabes de antemano que pueden dejarte con lo puesto.

Paco Costas