Resulta realmente deprimente comprobar como algunas estaciones de servicio españolas (algunas, propiedad de grandes compañías ), presentan tal estado de suciedad en su entorno y aparcamientos, que uno casi se avergüenza de pertenecer a un país en el que sus ciudadanos son capaces de arrojar tantas basuras por donde quiera que pasan.

Hace ya muchos años- los de mayor bonanza económica-, que vengo diciendo que, a los españoles, nos ha llegado el bienestar económico por el ascensor y la educación cívica por la escalera.

Personas que viajan en vehículos del más alto precio, a los que se supone con cierto grado de formación, no se diferencian mucho de los más modestos, al menos en apariencia, y ponen de manifiesto su mala educación arrojando desperdicios, colillas, orines, recipientes de todas clases, papeles y desechos en donde quieraque pasan.

Detenerse en pleno verano en un área de descanso, una gasolinera, y en algunos bares, produce nausea. Algunos de estos sembradores de inmundicias, culpan a los emigrantes de paso y, sí, es cierto que una gran mayoría de ellos tienen la fea costumbre de cambiar pañales, lavarse y, en ocasiones mudarse de ropa, sin importarles en que lugar están; pero que seamos los propios nacionales los que ponemos también en práctica tamaña falta de respeto por la higiene y el buen estado de los lugares públicos, no admite disculpa posible.

Naturalmente, no somos todos los viajeros españoles lo que actuamos de esa forma, pero, lamentablemente, el resultado nos afecta a todos por igual.
Lo peor es que, de esos barros llegan otros lodos, y nunca mejor dicho. Resulta sintomático comprobar que son muchos de estos sembradores de detritus- por mucho que se vista la mona en forma de gran coche de lujo- los que casi siempre demuestran lo que son capaces de hacer con el volante en las manos.

Como vamos a hablar de educación vial y respeto a los demás, si ni siquiera somos capaces de demostrar esa otra educación que se mama en la familia y que debía inculcarse en la escuela.

Paco Costas