Tratando de buscar en mi memoria un final de campeonato comparable al que nos ha deparado la carrera en Interlagos, sólo alcanzo a compararlo, pero más incierto aún si cabe, que el del mundial de 1976 en el circuito de Fuji en Japón.

La confusión que se produjo entonces, en un día también lluvioso, a diferencia del que pudimos disfrutar hoy con los dos protagonistas aspirantes al título, ha tenido unos ingredientes que no tuvo el mencionado en Japón, ya que, de los dos aspirantes, sólo uno participaba en la carrera, James Hunt y, el otro, Niki Lauda, se había bajado del coche en la tercera vuelta impresionado por la intensa lluvia y con las secuelas de su reciente accidente en el viejo Nurbürgring hacía sólo una semanas.

En lo que si se asemejan bastante ambos finales fue en la misma confusión que en Interlagos se produjo cuando ambos contendientes al título eran informados dentro de un gran desconcierto y ambos creían haber ganado. Hunt que se alzó con el título al alcanzar la tercera posición por culpa también de una información precipitada, tuvo que ser prácticamente reducido por su propio equipo creyendo que lo había perdido favor de Lauda que, en el caso de que el británico hubiese sido cuarto o más retrasado, hubiera sido el campeón sin moverse del box de Ferrari.

No creo que nunca se haya dado una situación parecida, o si hubo alguna, fue la de Lauda arrebatándole el título a Prost por medio punto en Lisboa habiendo sido el francés el ganador de la carrera. En aquella ocasión, Prost, como Massa, tampoco pudo contener las lágrimas.

Pero lo de esta vez en Brasil no podría haber sido concebido o previsto por el mejor guionista de cine o el más entendido de los expertos en este deporte.

Ver a los equipos de ambos contendientes abrazarse histéricos creyendo ambos haber ganado, no se ha dado jamás en toda la historia de la F1 y la verdad es que, en un ejercicio imaginario de justicia, ambos, tanto Massa como Hamilton, se han merecido sobradamente el título.

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En el caso del brasileño, hay que decir que desde que pisó el circuito y desde la pole, conseguida en un alarde de forma y de ambición, ante su público, no defraudó a nadie, y en unas condiciones de pista mojada durante parte de la carrera, algo que no es precisamente su fuerte, realizó en todo momento una auténtica exhibición de principio a fin.
Hamilton, con todo a su favor, sabía que terminando quinto, era campeón del mundo y tanto él como todo su equipo jugaron las bazas necesarias para lograr el fin propuesto. A pesar de todo, hubo momentos en los que el piloto británico, a pesar de la prudencia que le convenía, se jugó el titulo en un adelantamiento muy arriesgado a Trulli.

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El título, cuando aún faltaban pocas vueltas para el final, parecía asegurado, pero en F1 el resultado inapelable se consigue pasando bajo la bandera de cuadros y a punto estuvo de perderlo el británico en los metros finales; Timo Glock que figuraba entonces en cuarta posición, cedió 18 segundos por no haber cambiado sus neumáticos en el momento preciso y Hamilton le adelantó dos curvas antes del final.

En hora buena a ambos aspirantes que, habiendo llegado al final del campeonato, el más lluvioso y apretado de los últimos años, fueron los grandes protagonistas de una carrera inolvidable.

Fernando Alonso, segundo

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Qué decir del piloto español: una vez más ha dejado patente que con un coche todavía un poco lejos de los Mclaren y Ferrari, a la menor oportunidad, se ha sabido colocar el los puestos que, haber dispuesto del mismo coche durante la primera mitad del campeonato, ahora estaríamos celebrando su tercer título mundial. Veremos que nos cuenta el próximo miércoles sobre su futuro.

Tele5

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Antonio Lobato, su equipo al completo y la impagable colaboración de Pedro de la Rosa, nos han ofrecido en esta su quinta temporada, otra retransmisión de las muchas en las que he saltando de mi asiento ante lo que veía y lo que me estaban contando. Es innegable, y hasta cierto punto humano, el entusiasmo que produce en ellos lo que Alonso logra en la pista. Han sido muchos grandes premios, mucha dósis de amistad y la cercanía que a nivel humano han mantenido con el piloto, que supongo que es muy difícil sustraerse del todo a la empatía. Como aficionado, deseo a todos ellos un futuro profesional, relacionado con este emocionante deporte, a donde quiera que vayan.

Paco Costas