No hay excusas ni disculpas, todos los conductores sabemos que la ingesta de alcohol produce serios trastornos psicofísicos que afectan de forma peligrosamente determinante a la conducción.

Cuando escribo este comentario, me invade la rabia y cierto sentimiento de impotencia. Resulta terrible que tenga que conocerse una tragedia como la padecida por esos inocentes pasajeros nórdicos, cuando, un homicida, no puedo calificarle de otra forma, al parecer y según todas las informaciones, conducía su vehículo a gran velocidad y bajo los efectos del alcohol.

Lo sucedido en la utopista de Benalmádena este fin de semana llega hasta lo más profundo de los sentimientos de cualquier persona bien nacida, y de nada deben valer los paliativos ni las argucias legales para que el responsable de tamaña tragedia no sea castigado como se merece.

De todas las normas recientemente aprobadas en materia de tráfico, la bienvenida reforma del Código Penal, tiene que servir para que la ley deje caer todo su peso sobre todos aquellos que, saltándose la norma a la torera y con total desprecio de la vida ajena, se sientan al volante de un automóvil habiendo ingerido alcohol por pequeña que les parezca la cantidad.

Ni una sola gota, ni el más falso argumento en defensa de un país que produce buenos vinos, deben servir como excusa, cuando éstos se consumen a la hora de conducir. A aquellos conductores que siguen pensando que un poco de alcohol activa sus reflejos, les digo desde este modesto blog, que están profundamente equivocados, la concentración, el valor más importante para conducir, sufre una importantísima merma a la hora de tomar decisiones que, en décimas de segundos, pueden costarnos la vida a nosotros mismos, y como desgraciadamente ha ocurrido en Málaga, a seres inocentes.

La acusación fiscal en delitos de tráfico, tiene que proponer, en casos como éste, el máximo castigo posible.

Paco Costas