Esta vez si que puede aplicarse la vieja máxima que desde hace años figura en el léxico de la F1: “when the flag drops, the bullshiet stops” (cuando cae la bandera, terminan las habladurías). Lo que cuentan son los resultados y de nada sirve tratar de quitarle la piel al zorro antes de que esté bien muerto.

Nadie en su sano juicio, incluido yo mismo, se hubiera atrevido a pronosticar la victoria de un piloto que, dadas las circunstancias actuales de la F1, arrancara en la posición décimoquinta de la parrilla, acabara, al final, subiéndose a lo más alto del podio. Fernando Alonso lo ha conseguido en el GP de Singapur de forma espectacular. Sus últimas vueltas, con un coche que parece haber vuelto por sus fueros y gloria pasados, pasarán a la historia de este deporte como una prueba de lo que es capaz de hacer un piloto de talento en las condiciones más adversas.

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Creo que sería no conocer lo imprevisible que puede llegar a ser el resultado de un GP de F1, si se achaca su victoria a la suerte: las averías de última hora, los errores de los pilotos, el Safety Car, la lluvia, una pieza dejada por el coche de un participante, un error en el reportaje, son todas situaciones inesperadas que juegan por igual a favor o en contra de todos los que participan en la prueba.

Si Alonso tuvo la fortuna de estar en pista repostado cuando salió la primera vez el Safety Car; si hubo otros participantes que tuvieron que hacerlo porque se quedaban sin gasolina; si todo se debió al accidente de su compañero de equipo ( gran paradoja, por cierto ), son todos avatares de las carreras y lo que vale al final es el inapelable resultado.

En mi opinión, la rabia, la superación vuelta a vuelta de Alonso marcando mejores tiempos- por primera vez esta temporada-, que los Mclaren y los Ferraris, es lo que cuenta; una vez más, el español ha dado muestra de su gran talento y merece la victoria. Lástima que, al final, en la sala de pesaje, cuando Briatore fue a felicitarle, le soltara la bofetada de decirle “que había sido el Safety Car la clave de su triunfo”. Parece que las relaciones entre ambos no pasan por el mejor momento, pero Alonso no debe olvidar en ningún momento que todo el equipo Renault trabaja denodadamente y ha trabajado en el pasado, para que él esté donde está.

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Lamento escribirlo porque como aficionado le tengo en un altar, pero una vez más, a Fernando Alonso le han traicionado su carácter y su soberbia.

Paco Costas

Nota: Como a Pedro de la Rosa se le siga notando su entusiasmo por un piloto rival del equipo que le paga, si llega a los oídos de Ron Dennis, creo que no le va a gustar; Lo de Lobato se justifica por su amistad, aunque creo que como periodista debería mostrar menos parcialidad, pero, quién sabe, si yo no haría lo mismo en su lugar.