No tengo por costumbre salirme de lo que, hasta la fecha, ha sido mi actividad profesional más conocida, el automóvil: pero, como periodista, no puedo resistir la tentación de comentar de vez en cuando alguna de las cosas que, nos gusten o no, nos vemos obligados a soportar de forma machacona en los medios, todos los días.

¿Es qué en España no hay más personajes de interés que Ronaldiño, Saporta, las molestias musculares de Mesi, los monólogos ininteligibles de Rijkaard, o las declaraciones de ese modelo de zafiedad que es Ruiz de Lopera? ¿Es qué en nuestro propio país, y en el mundo que nos rodea, no se producen hechos y noticias de interés, además de las que producen el fútbol y las crónicas de sucesos con las que la mayoría de las televisiones y las radios nos bombardean a todas horas?

En el caso del holandés y del brasileño, para mayor castigo, se da la circunstancia de que, no solamente los vemos a todas horas, sino que, además, Dios, no ha sido muy generoso- especialmente con el brasileño- a la hora de de dotarles de una fisonomía medianamente agradable.

Me gusta el fútbol, disfruto cuando el juego de cualquier equipo me depara un buen partido, pero de eso, a tener que soportar a todas horas y en la mayoría de los medios, la avalancha de repeticiones hasta la nausea, de escenas como la del guardameta del Athletic Bilbao recibiendo un botellazo lanzado por un pobre desgraciado- una victima más, sin duda, de esa cultura tercermundista de la que, al margen del fútbol como deporte, las declaraciones de algunos de sus responsables son los mayores culpables-, hay un enorme abismo..

El fútbol, aunque inevitablemente convertido en espectáculo de masas, no deja de ser un deporte que practican en el mundo millones de seres, y es bueno que así sea, siempre, que las pasiones que provoca, se manifiesten por causes civilizadas y sin que su difusión se convierta en alimento obligado, exhaustivo, desproporcionado, y servido a todas horas, por todos los medios de comunicación- especialmente en España, Italia y Portugal-, donde las dosis llegan al hastío.

¿Es qué no tenemos otros deportes que comentar además del fútbol, el baloncesto o el tenis, gracias a Nadal? Se me dirá que de todos se da algo, aunque, la mayoría de las veces, en pequeños espacios y según sean o no españoles los protagonistas que lo practican; pero esa poca información, comparada con el fútbol, es siempre minoritaria y casi siempre la vemos de pasada y sin entrar en más detalles- Se da el caso curioso de que, Televisión Española, quizás por haberse dejado quitar las retrasmisiones de Fórmula 1, raramente menciona las hazañas de Fernando Alonso en sus informativos y, cuando lo hace, es porque, lo logrado por el español, ha tenido ya un eco anivel mundial-.

Hace algunos años, en 1977 exactamente, siendo jefe de deportes del diario El País, Julián García Candau, y yo, gracias a él, prestaba una modesta colaboración en temas del motor, recuerdo como, de forma reiterada, le pedía un hueco para mis crónicas de la Fórmula 1: su respuesta era siempre la misma: “Paco, olvídate, a la gente no le interesa más que el fútbol”. Han pasado muchos años, y aunque el tiempo me dio la razón cuando El País recibió su primer galardón, precisamente, por las crónicas de la Fórmula 1, García Candau sigue hablando invariablemente y casi en exclusiva, sobre fútbol, de lo que, sin duda, sabe mucho.

A lo largo de mi dilatada vida de periodista, he conocido a muchos colegas de otros países: pero siempre me llamaron la atención nuestros hermanos argentinos, cualquiera de ellos, cuando la economía de su medio les permitía venir a Europa, hacían una entrevista o escribían lo que ellos llaman una “nota”: sobre boxeo, atletismo, fútbol, Fórmula 1, natación o lo que fuese necesario, pero siempre, con un conocimiento y un rigor admirables. No recuerdo haber leído o escuchado a ninguno de ellos, entrar en detalles de la vida íntima, amorosa o extradeportiva de los personajes entrevistados o comentados en sus “notas”. Y eso que, en La Argentina, el fútbol, como en España, es el deporte rey.

Paco Costas