Cada vez que escucho el comentario de algún obtuso malinformado que desaconseja viajar la país Vasco, le diría, ¿porqué no vas y te enteras?

Aunque la tierra vasca no tiene un solo rincón que no sea capaz de despertar la admiración del más exigente viajero, San Sebastián es, sin duda, el buque insignia de todos los vascos en cuanto a belleza. La primera vez que mis ojos, con sólo veinte años, descubrieron el incomparable marco que Dios tuvo a bien conceder a esa ciudad, quedé muy impresionado a pesar de que, a esa edad, la emotividad y los criterios ni siquiera han empezado a manifestarse.

He seguido visitando San Sebastián muchas veces a lo largo de muchos años y eso me ha permitido seguir su evolución, pero esta vez, la última hace sólo unos cuantos días con motivo de la inauguración del áreas de aparcamiento para autocaravanas del que hablaré en un blog separado, me ha dejado francamente impresionado.

Me resulta realmente difícil explicar en muy pocas líneas, el orden, la limpieza, el talante de sus gentes, su amabilidad y el ambiente que en general se percibe en toda la ciudad. Como asiduo visitante de Las Landas francesas, siempre he alabado la gran cantidad de vías para ciclistas que, a modo de una enorme tela de araña, cubren la mayoría del territorio boscoso de aquella región, pero los kilómetros que el Ayuntamiento donostiarra(50) ha dedicado a la práctica de este saludable deporte, dentro de la propia ciudad, no tienen nada que envidiar a ningún otro país, francés, holandés, belga, o cualquier otro europeo.

Y no es sólo eso lo que produce la admiración del viajero: los parques cuajados de flores, las facilidades para el descanso de los viandantes, las facilidades para aparcar las bicicletas en pleno centro, y la sensación de paz, simpatía, bienestar y prosperidad que transmiten los centenares de hombres y mujeres moviéndose diligentes por toda la ciudad, junto con la gastronomía, en donde el más modesto menú es una auténtica exquisitez, son la envidia de los miles de extranjeros que abarrotan sus calles durante cualquier periodo del año.

Ellos, los buenos vascos, son, sin duda alguna, la mejor respuesta a ese grupo de psicópatas que, a pesar de todo, no han conseguido con sus métodos criminales cambiar la fisonomía y el espíritu industrioso de la gran mayoría de los ciudadanos de aquel bello rincón de España.

A ti, castellano, andaluz, extremeño, gallego, canario,….al que tantos lazos te unieron en el pasado con el impresionante presente que cualquiera puede disfrutar visitando hoy esta tierra, me tomo la libertad de aconsejarte que, haciendo caso omiso de los que ignorantes estigmatizan lo que no conocen, vengas a verlo con tus propios ojos. Después me lo cuentas.

Paco Costas