Durante el duro cruce de acusaciones que mantuvieron Zapatero y Mariano Rajoy ante 13 millones de espectadores en el día de ayer, hubo un momento en el que, el presidente del Gobierno, entre la larga lista de logros sociales con los que trataba de epatar a su oponente, mencionó brevemente lo conseguido en seguridad vial durante su mandato.

No sé si el Sr Rajoy lo oyó o se hizo el sordo. Yo sí lo escuché y esperé en vano una respuesta por su parte. Pero nada. Uno hablaba de una cosa y el otro le contestaba casi siempre sobre otra bien distinta, se trataba, al parecer, de ver quién causaba una mejor impresión, atacaba o se defendía de la forma más eficaz ante la audiencia.

La vivienda, la economía, la emigración, el terrorismo, las hipotecas, la seguridad, la educación, son, sin duda, grandes temas que nos preocupan a todos los españoles.

¿Pero es que acaso la seguridad y la educación no son grandes temas sociales íntimamente ligados a la a la pérdida de vidas humanas y materiales de enorme cuantía que producen los accidentes de tráfico?

Si gana el PP ¿va ha mantener la misma estructura y el control que ahora ejerce de forma exclusiva la DGT? ¿Va a mantener el proyecto de crear un organismo superior- el que rechazó el PSOE después de prometerlo en su programa-? ¿Va a seguir permitiendo el PP que se nos venda que la reducción de victimas se debe a la red de radares en nuestras vías rápidas y a la desproporcionada cuantía de multas que provoca el sistema?

Yo espero que si gana el PP, se haga público que, según las últimas estadísticas sobre el consumo, éste ha reducido la utilización del automóvil debido al aumento del precio de los carburantes; que de las 3000 victimas mortales, sólo una mínima parte se producen en las vías en las, que casualidad, están colocados los radares; que si contamos los muertos en vías urbanas( peatones), los que conducen y provocan graves accidentes por la ingesta de alcohol; los que se distraen con los móviles y otros motivos; los que siguen despreciando el uso de los cinturones en todos los asientos; los que huyen de las autopistas y autovías para no ser cazados y circulan sin control a la velocidad que les da la gana; son los que, en un alto porcentaje, provocan las cifras de siniestralidad más importantes; y es en ese frente en el que, quiénes sean los que gobiernen, deben poner el acento y todos los medios materiales y humanos que sean precisos.

Es evidente que actual política de la DGT no camina en esa dirección, le resulta más fácil seguir cargando la mano y sangrando a los conductores que circulan por las pésimamente mal conservadas autopistas y autovías que, además, suelen ser los menos peligrosos y los que se han tomado más en serio las limitaciones.

Parafraseando algo que el actual ministro del Interior utilizó en un momento clave de nuestra historia, creo que “necesitamos una DGT que no nos mienta».

Paco Costas