A veces pienso, con demasiado optimismo sin duda, que D. Pere Navarro lee algunas de las cosas que escribo en esta modesta página.

Cuántos años y meses llevo denunciando los excesos de las furgonetas de reparto y las camionetas de hasta 3.500 kilos. Cuántos años llevo pidiendo que la DGT autorice de una vez por todas el aprendizaje con acompañante de los jóvenes y “jovenas” entre los 16 y los 18 años, convencido como estoy de que esta medida arrojaría un magnifico resultado en el futuro.

Querido director general: no tengo la menor duda de sus buenos propósitos, pero me preocupa mucho que esos éxitos parciales de su gestión, aunque encomiables y celebrados por todo bien nacido, son sólo un remedio para hoy pero una grave imprevisión para el mañana.

Si no educamos, si sólo nos limitamos a imponer un sistema represivo, y a todas luces recaudatorio, no cabe duda de que, ante el temor, el conductor, lejos de preguntarse que está haciendo mal y que motiva su sanción, o los peligros que entraña para él infringir la norma, lo único que trata de encontrar es la forma de eludir el ser “cazado” de la forma que sea,

Sr Navarro, así no vamos a ninguna parte. Es posible que en algún momento los resultados de sus iniciativas le valgan el reconocimiento político, pero, sinceramente, no creo que nunca llegue usted a ser recordado como el director general de Tráfico que dejó tras de si una buena base en la formación y la educación, única garantía del futuro de la seguridad vial.

Recuerde que, a quién se castiga y no se convence, en lugar de aceptar sus errores, acaba odiando a quien le impone el castigo. Si la DGT hiciese una encuesta entre los conductores españoles, con muy pocas excepciones, su popularidad y las medidas impuestas – con la excepción de los controles de alcoholemia- saldrían muy mal parada.

Paco Costas