Ni los más expertos profetas y más conocedores de este deporte podrían haber pronosticado una carrera como la celebrada como primera del presente campeonato en el Albert Park, en Australia.

Para aquellos pilotos que un gran premio tras otro y temporada tras temporada ha visto subir al podio casi siempre a los mismos, disponer de una máquina competitiva para aspirar a la victoria y conseguirla, como les ha sucedido a Jenson Button y a Rubens Barrichello, tiene que haber sido de una emoción difícil de describir.

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Junto a ellos, otro gran veterano, Ross Brown, como nuevo propietario del equipo Brown Mercedes, alcanzó una victoria histórica al lograr un doblete con de sus dos monoplazas.

Lo ocurrido puede marcar un nuevo rumbo de lo que, sin duda, será el campeonato que acaba de empezar en el que, además de los demostrado por el equipo vencedor, pudo comprobarse como aparecen en el horizonte jóvenes valores que pueden dar un vuelco a la que ya era monótona repetición de media docena de pilotos, con muy pocas variaciones.

El jovencísimo Vettel, Niko Rosberg, Kubica, Gluck y otros hasta ahora prácticamente desconocidos, vienen empujando; y ha sido precisamente en este primer gran premio donde, a pesar del tremendo error cometido por Vetel cuando el coche de Kubika ya le había rebasado en su mitad, ha impedido a ambos lograr el segundo y tercer puesto a favor de Barrichello cuando sólo faltaban tres vueltas para el final de la prueba.

Es muy pronto para aventurar resultados; cada comienzo de temporada es como un folio en blanco y, sobre todo, cuando los cambios en la reglamentación, con nuevos neumáticos y, especialmente la utilización de de un número extra de caballos cuando el sistema Ker permite al piloto aprovechar la energía cinética transformada en potencia puntual para facilitar un mayor número de adelantamientos, parece que todavía no se domina lo suficiente y unos equipos lo han logrado y otros.

Menos mal que la decisión de proclamar campeón del mundo al piloto con mayor número de victorias, se ha pospuesto hasta el año que viene, En todo caso, los cambios constantes en la reglamentación de la Fórmula 1, a veces son inexplicables. Resulta impensable que cualquier otro deporte como el fútbol, por poner un ejemplo, de pronto se jugase con dos porteros, se hiciese el terreno de juego más ancho, más estrecho o con mayores dimensiones de un año para otro. Estos cambios desorientarían al espectador tal como ocurre muchas veces en la Fórmula 1. Si tuviésemos que enumerar los cambios que he sufrido este deporte desde el año de su creación en 1950 se necesitaría a un verdadero erudito en la materia capaz de explicarlos.

Alonso

Difícil y poco prometedor, al menos en un principio, parece el futuro inmediato para quién como el bicampeón español está acostumbrado a verse en el podio. Lo que si está claro es que, pilotos con experiencia como Button y Barrichello, son capaces de hacer una buena calificación, dominar un gran premio y ganarlo si disponen de un monoplaza con un buen chasis, un buen motor y la dirección del equipo en manos de un experto como Ross Brown. En este deporte no existen los genios sin un coche competitivo, ni los milagros; hace tiempo que está demostrado que un monoplaza capaza de ganar carreras es, al menos, dos tercios del éxito final.

Ferrari tuvo un mal comienzo pero como siempre el equipo de Maranello es la fiera dormida. Parece que a Mclaren le ocurre este año algo parecido, pero Hamilton, una vez más, no en vano es campeón del mundo, ha salvado los muebles de equipo inglés aunque, al igual que Alonso se vio favorecido por los abandonos y las descalificaciones. Ambos, no obstante, han conseguido unos puntos de oro en un gran premio muy atípico, interesante para el espectador y lleno de constantes incidentes.

En el próximo veremos quién se da más prisa en ponerse las pilas para medirse con los emergentes emergentes Brown Mercedes.

Paco Costas