No sé si la información que recibimos desde la DGT se ajusta a cifras reales o no. Si la disminución del número de victimas del tráfico es tan significativa como se nos viene diciendo, no queda más remedio que reconocer que los métodos para conseguirlo están dando buenos resultados.

Pero la evidencia ante lo que nos muestran las televisiones a diario, es cada vez más alarmante, ya que los siniestros, en la mayoría de los accidentes, producen la casi total destrucción de los vehículos implicados y, consecuentemente un elevado número de muertos y heridos de extrema gravedad. La causa de tanta destrucción, sin duda alguna, el exceso de velocidad a la que se produce el accidente, siempre proporcional a los daños.

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También puede observarse como, en la mayoría de estos accidentes las víctimas son jóvenes al volante de modelos de gran cilindrada y en curvas y puntos de carreteras convencionales.

Ante lo que a simple vista parece evidente, sería bueno que la DGT diese información sobre los lugares en los que se ocurren estos accidentes ya que esta información serviría para conocer y, probablemente demostrar, que no es en las autopistas y autovías donde se produce el número mayor de accidentes y de peores consecuencias, sobre todo si se compara con los que se contabilizan en vías de escasa o nula vigilancia.

Creo que no hace falta hacer grandes cálculos para llegar a la conclusión de que no es en estas vías de doble circulación en ambos sentidos, en las que no existe el tráfico de frente; con curvas cuyo radio ofrece un menor riesgo y donde la señalización suele ser muy buena, donde se contabilizan la mayoría de los terribles accidentes que podemos contemplar a diario y, que sin embargo, el número de sanciones y de recaudación es desmesuradamente desproporcional a los accidentes que se dan en ellas.

La DGT sigue cargando la mano sobre los excesos de velocidad como causa de la mayoría de los accidentes y tiene razón. Cuando se produce una fuerte deceleración en un choque, la gravedad de lo que sucede a continuación es proporcional al cuadrado de la velocidad a la que se circula en ese momento: curvas cerradas, puntos negros, mala señalización, mal estado de la vía, la climatología, el entorno de la vía( árboles, postes, edificaciones próximas a los arcenes, zanjas, baches…), son una mezcla muy peligrosa a la que, si le añadimos: la impericia de muchos conductores, la potencia de muchos vehículos y la falta de vigilancia donde más falta hace, seguramente descubriríamos que no es en las autovías y autopistas donde existe un mayor riesgo, y es sobre esas vías sin embargo, sobre las que la DGT pone su mayor énfasis y contabiliza el mayor número de denuncias.

Tiene razón el Sr. Navarro en sus comparecencias, la velocidad es peligrosa y debería mandar vigilar aquellos puntos en los que muchos “circulan por sus respetos” a sabiendas de que lo les va a cazar ningún radar.

Paco Costas