Con motivo de las fuertes nevadas que están cayendo sobre toda España, las televisiones nos muestran entrevistas a conductores al volante.

Afortunadamente, la práctica totalidad llevan puesto el cinturón de seguridad, pero muchos de ellos lo llevan sobre gruesas prendas de abrigo lo que, en una colisión, resta una buena parte de su efectividad.

Cuando sufrimos una fuerte deceleración o chocamos contra algo, el cinturón cede unos ocho centímetros y nuestro cuerpo también se desplaza hacia delante la misma distancia. Si a eso le añadimos los centímetros que cede la ropa voluminosa al comprimirse, lo más probable es que golpeemos el volante o, en el caso del copiloto, el salpicadero. Si se dispara el air-bag al mismo tiempo, éste nos golpeará con mayor fuerza entre 250 y 300 km/h que viene a ser su velocidad de desplazamiento.

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La forma de evitar este riesgo consiste simplemente en subirnos la ropa de abrigo de forma que el cinturón quede bien ceñido a la estructura ósea de la pelvis.

Algunos modelos de última generación incorporan un sistema que, en una colisión se dispara y deja al pasajero o conductor pegado y sujeto al respaldo de la butaca, pero aún en este caso, el grosor de la ropa de abrigo disminuye en parte la eficacia del sistema.

Paco Costas