El Sr Navarro pone como ejemplo Dinamarca para no autorizar el aumento de velocidad de los 120 km/h actuales a los más razonables 130 km/h, porque en aquel país, en el 2004, se subió el limite de velocidad de 120 a 130 km/h, y justifica su negativa en que el cambioi provocó un aumento del 20% de los accidentes. También insiste en que es aumento tiene “unos efectos contaminantes”.

Efectivamente, la medida podría ser “contaminante” si los conductores se empeñasen en circular a esa velocidad por miles de carreteras españolas en las que ni siquiera es aconsejable hacerlo a más de 80 Km/h debido a su mal estado, mala señalización y a peligrosidad de su trazado.

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Insistir de forma contumaz en que los 130 km/h en las autopistas representaría un aumento de la siniestralidad, es una falacia. Las últimas estadísticas que la propia DGT ha facilitado, demuestran de forma meridiana como, del total de muertos durante el plazo de un año en las autopistas representan sólo el 6% del total.

En las autovías, muchas veces mal desdobladas, el porcentaje es del 17%, y el resto, el 77%, se produce en las carreteras convencionales de dos direcciones únicas en sentidos opuestos.

Por qué entonces la DGT insiste en negar la mayor, plagar las vías más seguras de radares y mantener el más descarado sistema de recaudación que jamás habíamos conocido mientras miles de “contaminados” circulan y cometen desmanes a diario en ciudades y carreteras sin apenas vigilancia.

Entretanto, los infractores habituales siguen campando por sus respetos y la falta de control de las furgonetas de reparto y los camiones de poco tonelaje, causan el mayor número de víctimas mortales.

Lo que si se ha convertido en una “contaminación”, más bien en una epidemia, es el empeño de Pere Navarro contra viento y marea, por seguir cargando la mano sobre la instalación de nuevos radares en las vías más seguras que tenemos en España.

Paco Costas