Mencionar el mítico trazado brasileño, siempre suscita en mi sentimientos agridulces; la figura inolvidable de Ayrton Senna surge en cada curva, en el paddock, en la sala de prensa; su voz pausada explicando el secreto de sus mágicas poles y algunas heroicas victorias en el límite de de la resistencia humana cuando una varía en las últimas vueltas le obligó a terminar con las sexta velocidad como única relación disponible, dejaron una huella en éste deporte difícil de igualar.

Hoy, treinta años más tarde, en el mismo escenario, con coches muy diferentes y una generación de pilotos que por entonces todavía jugaban en el colegio, ha caído el telón de la septuagésima- primera temporada de la Fórmula 1, y quizás ha llegado el momento de hacer un breve resumen del campeonato.

El héroe indiscutible ha sido sin duda el alemán Sebastian Vetel que ha de mostrado de forma contundente como no basta disponer del mejor monoplaza si, además no se dispone de un talento excepcional. A su compañero de equipo, el australiano Mark Webber, con las mismas armas, algo ha dejado de hacer bien para llegar al nivel de su compañero de equipo. En ambos casos, el genio de ese mago de la ingeniería mecánica, Adrian Newy, les ha facilitado un coche que ya lleva dos años siendo muy superior al resto.

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En segundo lugar, Mclaren, con una remontada técnica de los últimos meses, si no hubiera sido por el británico Jenson Button que se ha alzado hasta el subcampeonato demostrando una gran tenacidad y un estilo de conducción preciso y muy regular. Lo conseguido por Luis Hamilton se ha producido de forma errática y llena de claro oscuros, algo impensable en un piloto de su indiscutible talento.

El tercer equipo en discordia, Ferrari, ha sido la gran decepción quizás no tan sorprendente si se tiene en cuenta el mal sabor de boca que dejaron en la temporada 2010 con final de campeonato para haber exigido las cabezas responsables de tamaño fiasco. Si algún día la escuda del Caballino quiere inmortalizar a sus mejores pilotos erigiéndoles un monumento en Módena, el de Fernando Alonso requeriría un lugar especial. No se puede hacer más de lo que ha hecho el asturiano este año si perder el ánimo y el espíritu de lucha que hace falta para, conociendo de antemano que las victorias era ya sobre el papel imposibles si no se producían por errores de otros, ha sabido aguantar el tirón sin una crítica y con una eterna sonrisa cuando le han pedido opinión. Quizás el mejor baremo para reconocer el mérito de Alonso sea su compañero de equipo, el brasileño Felipe Massa.

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De esos escalones, potenciales aspirantes a un campeonato, ya pasamos a Mercedes.

Para el aficionado, al menos a mí aunque no me ha sorprendido, la mediocridad del otro supercampeón Michael Schumacher, produce sonrojo. Su joven compañero, Niko Rosberg, hijo del valiente Keke , le ha superado casi siempre.

De entre los que se debaten en la mitad de la tabla, me quedo con Sutil al que auguro un brillante porvenir en este deporte. Capítulo aparte merece Rubens Barrichello; su tenacidad, su afición sin límites le han convertido en el paradigma del piloto honrrado, buen compañero e incapaz de cometer una irregularidad peligrosa en la pista. El y Riccardo Patrese, sin haber sido nunca campeones del mundo ya se merecen un lugar en el Olimpo.

Inevitablemente, llegamos al español Jaime Algersuari, En primer lugar, sería injusto obviar el puñado de puntos con que ya cuenta en su haber y en el de su equipo, la mayor cantidad lograda hasta la fecha por un piloto español después de Alonso. Otra cosa es hacer quinielas sobre su futuro en este deporte. Muchos entendidos apuestan por un devenir espectacular, algo que a todo buen aficionado español, incluido yo mismo, desea de todo corazón, pero desgraciadamente, esta es una especialidad del automovilismo deportivo en el que los filtros y las circunstancias de han de darse para con seguir lo más alto son muy exigentes y para alcanzar la altura de los podios son muchos los llamados y pocos los elegidos. Quizás el figure en alguna historia todavía sin escribir y también, por qué no, entre los que ahora de debaten al volante de coches que no están a la altura de sus méritos, pero en todo caso, en mi horizonte no diviso a ninguno incluyendo al catalán.

Del retorno de Pedro de la Rosa al volante la próxima temporada, sólo puedo alegrarme y desearle a él, a Luis Pérez Sala y al equipo, el mayor de los éxitos

Paco Costas