Hace por ahora media docena de años, adquirí mi primera y única autocaravana. Es una perfilada sin pretensiones de la maraca SEA. Desde el primer día, a fuerza de preguntar a unos y a otros y a base de cometer errores, fui poco a poco aprendiendo esto que yo considero un oficio: el uso racional de ésta clase de vehículos. Me explico. Conducirla, en mi caso, no presentaba ningún problema no en vano llevo toda la vida conduciendo toda clase de vehículos. A pesar de todo me he metido a veces en líos pensando que estaba manejando una Vespa y que podía entrar en cualquier plaza de cualquier pueblo o visitar castillos sin importarme mucho la estrechez de la vía o lo pronunciado de la pendiente y, en más de una ocasión, las pasé moradas para salir del trance. Es decir: pagué la novatada y me dejé algunos jirones de pintura de mi querida autocaravana.

Lo siguiente que me sucedió, fue lo que nos sucede a todos con estos vehículos, que acaban por convertirse en la amante más exigente a la que hay que estar complaciendo siempre y añadiendo y comprando lo que necesitan y lo que no necesitan.

Empecé por la instalación de una antena parabólica. Conseguir algún resultado gastando poco me ha traído de cabeza y creo que, al cabo de los años he conseguido localizar el satélite Astra si tengo pulso y suerte. Los modelos de receptor de televisión también han llevado consigo cambios y no pocos gastos y dolores de cabeza. Qué si la TDT, qué si la alta definición…….

Después vino la placa solar, y para rematar, un soporte para poder llevar una moto de 125 cc, (además de la compra de la moto) con el consiguiente reforzamiento del chasis. También hubo que sustituir la radio para poder escuchar el Ipod; un GPS para viajar por Europa; un Parrot para que no me multen por hablar por el móvil, y un sinfín de pequeños artilugios más para completar el panorama. (Al final tengo la impresión de que mi mujer siente ciertos celos de mi autocaravana y con frecuencia me toma el pelo por el repentino amor que siento por ella desde que la compré).

A pesar de todo, después de tantas mejoras, dejé para lo último lo más importante, la suspensión neumática.

A mis queridos colegas en esta maravillosa, aunque cara, afición, si no la tienen ya, les recomiendo que se lo vayan planteando.

Tengo la gran suerte de haber conocido a un autoravanista vasco, Miguel Moliner Sarralde, que además de ser un magnífico ingeniero, es un autentico manitas y, a él, sobre todo, le debo, no sólo sabios consejos sino que, prácticamente todas las mejoras que he mencionado, me las ha hecho él con sus propias manos, y también gracias a él y a sus buenos oficios, llevo ya en mi autocaravana una suspensión neumática fabricada íntegramente y homologada en el país vasco, en Zumárraga, por el Grupo Oria.

Mi autocaravana, del 2004, es de esas con un chasis prolongado, ballestas traseras, amortiguadores y con una distancia de la carrocería al suelo que, para subir ciertas rampas, me he dejado una parte del paragolpes en el intento.

¿Qué he conseguido con la suspensión neumática?

Gradúo la altura de la carrocería de la parte trasera cuando lo deseo; rara vez tengo que poner los calzos para nivelarla, pero lo más importante, y sobre esto si quiero hacer hincapié, es que el nivel de seguridad de marcha en curva ha aumentado sensiblemente; han desaparecido el excesos de balanceo que produce el viento lateral, e incluso el balanceo estando estacionado ya apenas lo noto.

En general, el comportamiento dinámico del vehículo y la versatilidad que ofrece la suspensión neumática, es realmente notable y se la recomiendo a todo aquel que decida incorporarla.

Paco Costas