Si, estoy indignado, pero mi indignación no tiene nada que ver con la política, mi indignación la causa, una vez más, el ver como el mejor piloto de la F1 actual arrastra su talento contra insalvables molinos de viento, por culpa de un grupo de técnicos italianos negados e incapaces de proporcionar al español un máquina con la que poder medir su talento con los habituales primeros de la fila, en igualdad de condiciones.

El mal viene de lejos. Cuando Alonso perdió de forma dramática su tercer título mundial por cusa de la estulticia de un jefe de equipo incompetente, el español ya debió tomar la decisión de dejar el equipo o dar un puñetazo sobre la mesa exigiendo un cambio en la dirección técnica de Ferrari.

Eran otros tiempos cuando, otro piloto al que Fernando se parece mucho, mandó a paseo, primero a Toleman, después a Lotus y finalmente a Mclaren, a pesar de los ruegos de Ron Dennis para que se quedase. El equipo inglés, con el que el inolvidable Senna había conseguido tres campeonatos del mundo, sólo contaba con motores Cosworth por retirada de Honda y, a pesar de la distancia con los monoplazas dominantes del momento, los Wiliams- Renault- aquel año el brasileño había logrado ganar cinco GP y uno de ellos, el de Inglaterra, en Donington, en donde logró la que quizás fue la más grandes de sus victorias-. Ayrton Senna conocedor de su gran potencial como piloto, dejó tras de sí el que ya no era para él un coche ganador y firmó con Williams sin temblarle el pulso en ningún momento.

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La mala organización y falta de una cabeza con experiencia e ideas claras en Ferrari, está quemando al mejor piloto actual de la F1 y es éste un deporte en el que el tranvía no pasa dos veces por tu puerta. Lo sorprendente es que, Emilio Botin, que está jugando muy fuerte aportando una fortuna por el español, no levante su voz reclamando la cabeza de quienes sean los responsables de tamaño fracaso.

La Fórmula 1, desde 1950, es un predio británico y los mejores ingenieros y creadores de este complicado deporte, han sido y siguen siendo británicos. En un país admirable como el italiano, donde el ingenio ha dado y sigue causando asombro en el mundo, nunca en Ferrari, excepto cuando el inolvidable Enzo Ferrari era el cerebro del legendario equipo, se han logrado éxitos extraordinarios cuando la dirección técnica a estado en manos de responsables del país.

Y algo debe de suceder, cuando lo mismo ocurre con los pilotos italianos que, salvo en los primeros años de la Fórmula 1, jamás han logrado un título mundial. Niki Lauda, vencedor del mundial en dos ocasiones con Ferrari, provocó las iras de la prensa y de los aficionados italianos cuando hizo aquel comentario: “Los pilotos italianos sólo sirven para correr alrededor del Campanilli de su pueblo”.

Si, como español y aficionado, estoy indignado, Ferrari no ha sabido estar a la altura de Fernando Alonso

Paco Costas