María de Villota:

Casi la vi nacer: María de Villota lleva en la sangre el automovilismo deportivo, y al igual que su padre, renunció en su momento a un futuro más cómodo por hacer realidad su sueño de convertirse algún día en digna sucesora de Emilio que, dejando lo que sin duda hubiese sido un brillante futuro en banca, se lo jugó todo secundado sin fisuras por Isabel su mujer, su primera admiradora y fiel seguidora en la fortuna y el infortunio.

Hace ya muchos años que conocí a Emilio y en mi etapa de periodista en seguimiento de la fórmula 1, vi en directo y seguí cada una de las carreras del mundial en la que tomó parte.

Conozco a pocas familias tan unidas como el completo de la familia Villota y puedo sentir como propio el dolor que viven en estas horas difíciles. A mis sentimientos de hoy tengo que añadir los de Cristina, mi mujer que, cuando acabó periodismo trabajo con Emilio durante seis años y también está muy conmovida.

Es posible, aunque deseo que así sea, que Emilio, en estos momentos se esté preguntado hasta que punto su ejemplo influyó en María para seguir sus pasos. Creo que todo buen padre, una vez que un hijo demuestra la determinación que María a demostrado, no debe forzar su destino y, por el contrario, una vez que esa determinación es firme, hay que dar todo el apoyo necesario sin regatear esfuerzos.

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Querido Emilio: Me resulta imposible imaginar tu estado y el de Isabel, pero desde el fondo de mi corazón, sé que sois los primeros que conocéis lo arriesgado de la profesión por la que tanto ha luchado María.

Tenéis, ahora más que nunca, ser fuertes: siempre lo habéis demostrado.

Un abrazo muy fuerte para los dos.

Paco Costas.