Si las teorías de Charles Darwin son ciertas y descendemos de los homínidos, Pepe, el defensa del Real Madrid, se quedó a medio camino.

Desde niño, mi afición al futbol, que aún conservo, el “Madrí” ha sido siempre el equipo de mis preferencias. Los jugadores de aquel equipo, al que vi muchas veces jugar en su feudo de Chamartin, después de atravesar despoblados a patita, se reunían en Casa Cirilo, una taberna, por entonces muy famosa en la calle General Pardiñas donde me crie, y seguramente de ahí me viene la afición.

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Andando los años, también por vivir próximo al estadio Santiago Bernabeu cuya moderna construcción seguí paso a paso, hice mucha amistad con Paco Gento, Félix Ruiz, Amancio, Pachín y casi todas la plantillas del Madrid que, en aquellos años, convirtieron al equipo en un icono mundial por su triunfos en la Copa de Europa y su juego impresionante.

A lo largo de mucho tiempo he conocido a defensas y a jugadores que dejaron su impronta en este deporte; unos geniales e irrepetibles como Alfredo Distéfano, Kubala, Cruif, Gainza, Panizo, Zinedin Zidan y a otros muchos no me nos geniales que, por su elegancia y deportividad, también figuran en la historia: como Parra, defensa del Español, Garay, centro campista del Atletic Bilbao, al inolvidable Zarra, o Gárate, delantero centro del Aletic de Madrid, por no mencionar a muchos más de los que están llenas las páginas del buen hacer en el terreno de juego.

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También los he conocido, tobilleros, marrulleros, o infranqueables por su dureza y forma viril de entrar a los contarios y defender su portería, pero confieso que no recuerdo a ninguno que pisoteara o la emprendiera a patadas con un adversario caído con el propósito malvado de causarle daño físico tal como dejó patente, ante la mirada de millones de espectadores, el defensa del Real Madrid Pepe en el pasado Derbi, clavando los tacos sobre la mano del mejor jugador actual del mundo que, además, nunca le he visto tener un mal gesto, dar a una patada o volverse a responder a una dura entrada, y le hacen muchas..

Si el Real Madrid, que ha logrado tener en todo el mundo una imagen que honra a España, no sanciona duramente a Pepe por su reiterada conducta antideportiva, no voy a tener más remedio que empezar a dudar de esa aureola, hasta ahora tan bien conseguida después de una larga trayectoria de ámbito universal.

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Si la actitud de su entrenador, esa estrella de tele que tenemos que tragarnos a todas las horas del día, niega la mayor y no admite la falta de su jugador, mal van andar las cosas y mayores serán las razones de los que acaban por hastiarse de ver en lo que está convirtiéndose este deporte.

Paco Costas

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