A 190 km/h, un turismo convencional con un peso de unos 1.500 kilos, recorre 50 metros por segundo, y la distancia total que hace falta para detenerlo, es de unos 230 metros, incluidos los que discurren desde que el conductor decide actuar sobre el freno (tiempo de reacción, 40 metros aprox), hasta su detención total.

La secuencia de una llamada recibida en el móvil a esa velocidad, sería la siguiente:

Primero, un ligero sobresalto al oír la llamada; segundo, una rápida mirada a la pantalla del móvil para averiguar quién llama. Suponiendo que la llamada dure solamente 30 segundos, han sido los suficientes para que el conductor pierda la necesaria concentración sobre la vía, sin disminuir en ningún momento la velocidad. En esos escasos segundos, el vehículo ha recorrido sin ningún control 1.500 metros.

En el día de hoy, 31 de julio y posiblemente a lo largo de todo el fin de semana, nuestras carreteras se van a ver saturadas por miles de vehículos hacia y de vuelta de las vacaciones y, desgraciadamente, muchos conductores todavía desprecian los consejos sobre la peligrosidad del uso del móvil al volante.

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Móvil, excesos de velocidad, aumentarla durante los últimos kilómetros, despreciar el uso del cinturón de seguridad o beber alcohol durante el viaje, es igual que estar jugando a la ruleta rusa.

Los españoles ya hemos recibido en estos días dosis de tristeza más que suficientes. Hagamos todos lo posible para no aumentarla de forma inconsciente.

Paco Costas