La señal de prohibición que incluyo en este comentario, no debe sorprendernos por nueva. Para desgracia de los que amamos el autocaravanismo, es harto frecuente en muchos municipios del sur y del levante español.

En el siglo XIV, la peste asolaba Europa, y en las ciudades afectadas, los vecinos colocaban carteles de prevención y cerraban la ciudad a cal y canto.

Por el camino que vamos, estamos en trance de convertirnos en portadores de la peste y se nos ahuyenta de lugares en los que nos asiste todo el derecho a estar.

Me pregunto qué mosca le ha picado al alcalde de Almuñecar y de la Herradura, a donde acuden muchos aficionados al surf con sus modestos vehículos dormitorio, para haber dado una orden tan arbitraria y contraria al Código de Circulación de la autoridad nacional encargada del tráfico (DGT), para que, en el más puro estilo de los antiguos reyes de taifas, pueda hacer de su capa un sayo o, mejor dicho, olvidarse que los caciques de pueblo, afortunadamente se acabaron con nuestra democracia.

¿Acaso las autocaravanas o sus ocupantes han creado desordenes públicos o se han dedicado a robar gallinas, al estilo de muchos a loa que todos conocemos? ¿Estorban a a circulación? ¿Forman parte de algún grupo político «non grato» al señor alcalde? ¿No gastan lo suficiente en el pueblo? ¿ O es qué dañan los intereses del camping más próximo?

¡Hasta cuando somos capaces de aguantar tanto caciquismo? ¿Vamos que tener que echarnos al monte? (esto último sería imposible porque de allí también nos echarían)

Paco Costas