Dice la leyenda que Diógenes, que hizo de la pobreza virtud, vivía en una tinaja y que caminaba por las calles de Atenas con una linterna encendida diciendo que buscaba “hombres honestos”.

Parece ser que allí como aquí, también había ladrones, sinvergüenzas y gente deshonesta.

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Carlos Solchada abrió la espita a principio de los ochenta, cuando dijo: “España es el país en el que es más fácil enriquecerse en menos tiempo”

Y tenía razón. Desde entonces comenzó la carrera en la que muchos, siguiendo su consejo, forjaron sus grandes fortunas, y parece por lo que el día a día nos enseña, que no todos lo hicieron de forma honesta.

Especuladores, constructores que salidos del andamio construían por diez y nos vendían por cuarenta; amigos de los amigos que ostentaban poder y se forraron a su sombra…Se fue tejiendo una urdimbre cuyas consecuencias están ahora pagando los escasos diecisiete millones de españoles que con su trabajo están soportando este país tan económicamente corrupto y maltrecho.

Es rara la mañana en la que, al abrir un periódico o conectar la televisión, no brotan como gusanos de una herida infectada: jueces prevaricadores, banqueros estafadores, evasores de impuestos a gran escala, acusadores que son acusados por el presunto delincuente, presidentes de clubes y equipos de futbol que, aprovechando la vanidad que supone ser VIP en sus lujosas tribunas, la aprovechan en amigable compadreo para triplicar sus fortunas; jugadores de futbol implicados en partidos benéficos que nunca llegan a su destino, fallos judiciales que producen estupor cuando los condenados lo celebran con champan por la levedad de la sentencia, asesinos y violadores paseándose por las calles…

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Para qué seguir. El panorama es desolador. Pero, cuidado, Jesús expulsó del templo a los mercaderes y ya un político inglés ha acusado públicamente a los jerarcas de la Unión Europea de ladrones y corruptos; y ahora que el ministerio del Interior está sopesando la compra de un camión cisterna que arroje agua a gran presión para dispersar a los que protestan, a lo mejor va a tener que invertirse el chorro para arrojar de sus poltronas a tanto golfo.

Paco Costas