Aunque empezamos a morir el día que nacemos, hay muertes que por sus especiales circunstancias son terriblemente crueles.

María había vuelto a nacer después de su dramático accidente. Verla sonriente, cuando aparecía en televisión, escuchar sus palabras de amor y de gracias a Dios por haberle otorgado esa segunda etapa de su vida, para los que la hemos conocido de niña, y para todos aquellos que la escuchaban, era una verdadera lección y un canto a la vida que nos infundía una dosis de vitalidad y de esperanza.

María llevaba en la sangre el vértigo de la velocidad y los deportes del motor, que aprendió de Emilio, su padre, y con la misma entrega.

Isabel, esposa y madre, también ha vivido y sufrido la zozobra y el riesgo que entrañan las carreras.

image

María ha muerto, cuando, precisamente en el día de hoy, probablemente estaría en Japón al volante de un Fórmula uno, la gran pasión de su joven vida.

Querida María: carezco de la fe religiosa que has conocido en tu familia, pero donde quiera que estés en este momento, Cristina, mi mujer, y yo, te enviamos el más emocionado recuerdo.

Y a vosotros, Emilio, Isabel, y a vuestros hijos Emilio e Isabel, el más entrañable abrazo de condolencia.

Paco Y Cristina