A los votantes, como a los católicos, se nos pide fe en quienes nos administran, aunque no los conozcamos debido a la forma arbitraria que son elegidos por el aspirante al Gobierno en el que hemos depositado nuestra confianza.

Cuando la oposición, como es su deber, arrecia con sus críticas, pensamos de buena fe que el elegido por nosotros está haciendo en todo momento lo que más conviene al país. ¿Pero qué pasa cuando las críticas esgrimidas parecen tener visos de verdad y la venda cae de nuestros ojos y las acusaciones se transforman en certezas? ¿Qué hacer? ¿Debemos en ese momento juzgar y condenar a todos los políticos causantes de falta de honradez y de escrúpulos morales?

image

Discriminar entre buenos y malos sería lo justo sin dejarnos llevar por la pasión ni el sectarismo; pero pídele a la gran mayoría de los españoles en estos momentos que no se dejen llevar por el cabreo con 6 millones de personas sin trabajo, y a los afortunados que aún lo tienen y han visto aumentados sus impuestos y rebajados sus recursos, que mantengan la cabeza fría; o a esa ingente masa de nuestra juventud sin trabajo, que no alboroten.

¿Qué tienen que pensar la mayoría de españoles, cuando son los propios políticos los que han creado una especie de muro blindado detrás del cual es imposible penetrar y donde sus privilegios permanecen intocables?

He visitado en un par de ocasiones el Congreso y el Senado, y la impresión que tengo es la de haber pasado por un patio de Monipodio en el que, sin llegar al significado real del personaje, todo se pacta y las feroces actitudes que los diversos grupos adoptan al subir a la tribuna, en los pasillos son todo sonrisas y golpecitos en la espalda; “hoy por ti, mañana por mí”. Después, con cualquier motivo, se disfruta de una buena comida sabiendo que el sustancioso sobre, más dietas, caerá todos los meses en la cuenta corriente para los que sí dan el callo y para los que sólo acuden a votar cuando se lo ordena el `partido.

image

En cuanto a ladrones, que en todas partes los hay, nos viene de antiguo y difícil se me antoja el remedio donde, no solamente se roba, sino que los que lo hacen casi siempre se van de rositas y acaban presumiendo de ello.

¡Madre!, quiero ser político, aunque tenga que soportar las más duras críticas. “Yendo yo caliente…..”

Paco Costas