La imaginación y los sueños son las únicas libertades reales que tenemos los humanos y, en esta ocasión, voy a hacer uso de la parcela que me corresponde, soñando con un Gran Premio fantástico.

Senna y Alonso militan en el mismo equipo y ocupan la primera fila de la parrilla. La carrera va a disputarse en el circuito de Monza. Las entradas para verla en directo, alcanzan precios astronómicos y se disparan las audiencias de televisión de todo el Mundo.

image

Si este sueño pudiese hacerse realidad, el espectáculo sólo sería comparable con el que protagonizaron Gilles Villeneuve y René Arnoux en el circuito de Dijon el 1 de julio de 1979, su gesta, ha pasado a la historia como uno de los espectáculos más vibrantes de la Fórmula 1 de tos los tiempos.

….Sería imposible contar las veces que los dos coches chocaron entre sí en los últimos compases de la carrera y cuantas veces, con las ruedas bloqueadas por los frenazos, patinaron, se fueron por la hierba y volvieron milagrosamente a la pista.

image

Ponía los pelos de punta ver el Ferrari de Villeneuve y el Renault de Arnoux, pasar juntos por las “eses” de Sabliers sin espacio material entre los dos coches.

En una de aquellas maniobras suicidas, Villeneuve se abrió un poco y Arnoux le echó fuera de la pista de un topetazo. Pero el canadiense, Villeneuve no se amilanó y cuando volvió a pisar asfalto envuelto en una nube de polvo, le devolvió el golpe.

image

El duelo terminó, cuando en el viraje de “La Combe”, Villeneuve apuró la frenada hasta el límite y, Arnoux, que no se daba por vencido, intentó un interior de locos en la última curva sin conseguirlo. Al final, el público puesto en pie que se había olvidado unos instantes de la victoria de Jabouille, presenció sobrecogido como los dos bravos pilotos cruzaron la meta con Villeneuve separado de su rival por 24 centésimas de segundo.

image

Lo realmente emocionante, cuando se pudo respirar después de aquella lucha épica, fue ver a los dos pilotos saludándose puño en alto mientras daban la vuelta de enfriamiento entre el delirio de millares de franceses que abarrotaban el circuito…

Al despertar de aquel sueño que hubiese deseado real, caí en la cuenta: Cuando Senna ganó su primer mundial, Alonso tenía siete años.

¡Qué lástima!

Paco Costas