Me imagino cómo debe sentirse Webber después de haber perdido una muy posible oportunidad de ganar el GP de Japón; la orden de su equipo cambiando la estrategia de dos a tres paradas, puso la victoria en bandeja a su mimado compañero de equipo.

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Creo que fue innecesario acudir a un cambio tan descarado y totalmente injusto para el bravo australiano, que deja el Red Bull a final de temporada.

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El francés Grosjean, que acabó tercero, hizo una gran carrera y demostró, como ya ocurriera con James Hunt y Jody Scheckter, que una vez superados los impulsos de juventud y olvidados los incidentes que han jalonado sus primeros pasos en la F1, creo que se puede contar con él para que vuelva a sonar la Marsellesa, como en los tiempos de Prost.

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El cuarto puesto de Alonso, que podría haber sido podio si no fuese por la tozudez de Massa tapándole durante la primera parte de la carrera, produce frustración y rabia a los que sabemos que el español, con un coche más competitivo, hace ya tiempo que habría logrado un merecido tercer título.

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En todo caso, Vettel se ha ganado lo que está consiguiendo con el mejor monoplaza de la parrilla, aunque, a veces, resulte mortificante tanta superioridad y, en mi opinión, puede que hasta un poco sospechosa. Desde los tiempos de Mclaren y Williams, ganando casi todas las carreras de un campeonato, o del actualmente desdibujado Ferrari, con Schumacher al volante, no se había visto una superioridad tan aplastante.

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La carrera en general fue muy entretenida, y esta vez, Vettel, tuvo que sudar la camiseta más de lo habitual. Mercedes no tuvo su día de gloria con la retirada de Hamilton, y Hülkemberg, demostró una vez más que tiene futuro. El séptimo puesto de Gutiérrez más que merecido.

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Sobre el gran premio y el deporte en general, planeó la memoria de María de Villota y su triste desaparición. Descansa en paz.

Paco Costas